Rebanadas / Mudanzas y memorias

AutorCony Delantal

Resulta que al marido de una de mis amigas lo transferirán a Oaxaca y la pobre anda un poco triste porque tienen que mudarse y dejar la vida que han construido aquí.

Para platicarme los detalles de su nueva casa, el viernes pasado me llamó e invitó a comer. Encantada, le dije que por supuesto, pues además se le ocurrió que fuéramos a La Taberna del León, un restaurante que yo no visitaba desde hace mucho.

Nada más cruzar la puerta sentí que el tiempo no pasaba por el lugar. Sigue estando impecable, lleno de flores, con inmaculados manteles blancos y mucha gente de lo más alegre.

De hecho, me sorprendió para bien ver que, aunque no se notaba mucho movimiento en Plaza Loreto, el restaurante estaba casi a tope.

Siempre da gusto volver a este lugar que se encuentra en una hermosa casona en la que, en otra época, vivieron los dueños de la fábrica de papel que fue Loreto y Peña Pobre.

Ya con un buen tinto en mano ($180), sentadas en el cálido y elegante interior, ordenamos el trío de tostadas del mar ($195). Llegaron tres piezas, una de camarón, otra de pulpo y una última de jaiba que nos parecieron una deliciosa entrada. Son pequeñitas pero bien servidas, perfectas para abrir boca. A mí me encantó la de jaiba, que lleva un poco de salsa y un toque de limón.

De entre las sopas, a mi querida amiga se le antojó la crema de calabaza de Castilla ($135), un platillo de temporada que decidimos compartir. Lleva avellanas tostadas y un toque de coñac. ¡Imagínense nada más la delicia! El sabor intenso de la calabaza y una textura sedosa hicieron de la crema un exquisito primer tiempo.

Como segundo opté por el pato rostizado con salsa de guayaba ($370) y mi amiga se fue nuevamente por un platillo recién incorporado al menú. Pidió el short rib braseado en adobo de guajillo ($360).

El pato rostizado con una ligeramente dulce salsa de guayaba me pareció delicioso. Se acompaña con arroz salvaje, perfectamente en su punto.

El short rib que ordenó mi amiga también le pareció de diez, pues la carne era suave y el adobo ahumado y picante. Esta delicia se sirve con frijoles refritos y berros.

Como la estábamos pasando tan bien, no quisimos perdernos el postre. Optamos por un buñuelo de manzana ($129), muy otoñal, y un par de cafés americanos ($45). Contrario a lo que pensé, estas dos piezas no eran los buñuelos crocantes tradicionales que solemos ver frecuentemente.

En La Taberna del León son dos donitas rellenas de manzana que se acompañan con helado de nogada. El...

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