Rebanadas / Llega español al Barrio...

AutorCony De Lantal

Los del Botanero Santa Lucía se pusieron ahora muy españolaos y abrieron un restaurantito de pinchos, tapas y cocina ibérica que lleva por nombre La Cañita.

Pues yo ya fui en un par de ocasiones con mi Sancho Panza a darme un baño de Madre Patria a este singular local en forma de chorizo que está precisamente a un lado del Botanero del Barrio Antiguo.

Justo bajo la bandera de España que ondea en su puerta nos recibió a mi marido y a mí Antonio, un grácil madrileño al que nomás le faltaba el traje de luces para acabar de autentificar la escena. Porque porte y aspavientos tenía de sobra. Con su muy peculiar acento nos guió hasta una de las pequeñas mesas botaneras que caracterizan este tipo de tabernas, y ahí con los antebrazos, uno por delante y otro por detrás, se fajó los pantalones a la usanza de los toreros, y en un marcado movimiento de tablao flamenco levantó las manos y tronó los dedos para llamar a los meseros con un fondo de cantata muy ad hoc. ¡Wow! ¡Qué españolísima bienvenida!

Ahí no paró lo ibérico. En la cocina tienen a Juande, oriundo de Sevilla y apasionado de la gastronomía de su país, que igualmente se asoma de vez en cuando para socializar con los parroquianos.

Antonio y Juande se pulen en atenciones y con sólo platicar con ellos tú juras que andas en algún barrio español.

Sus meseros son igualmente atentos pero andan verdes en conocimiento porque cuando le preguntamos a uno de ellos por un buen vinito español, haz de cuenta que le hubiéramos pedido uno de Timbuktú. Se hizo bolas con los nombres, hasta que de plano tuvo que ir por una carta para que le señaláramos uno de ahí. Acabamos pidiendo por conocimiento propio un Faustino I, de 430 pesos, que por cierto tienen aquí en buen precio, al igual que sus demás botellas. En otros lados te los ensartan más caros.

Este buen vino nos ayudó en mucho a diluir el fregadazo de aceite y grasa de las gambas, los embutidos, frituras y demás monadas que de por sí tiene la cocina española.

Como aquí todo es botaneadito, fuimos pidiendo medias órdenes para abarcar más... Con lo fuerte que es este tipo de comida, luego luego quedé panda; sin embargo, le tuve que seguir por puro deber profesional.

Con unas gambas al ajillo de 60 pesos, unos calamares andaluza de 35 y medio plato de chistorra, chorizo y morcilla con hongos de 50 pesos, yo ya me sentía como el portafolios de Bejarano, que ni me cerraba el broche. Sobre todo porque estaba todo tan sabroso, que regresamos los platos limpios.

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