Rebanadas / Estando lejos de mis rumbos

AutorCony Delantal

Hace poco fui a visitar a una de mis primas, que recién se mudó muy cerca de Galerías Atizapán y, como no se le da nada bien cocinar, nos invitó a su marido y a mí a un restaurante cercano.

El lugar se llama Zona Pizza e Pasta y se encuentra frente al CostCo del municipio. Al llegar vimos ocupadas algunas mesas, aunque durante el fin de semana está más concurrido, pues tienen un espacio para niños.

El lugar es acogedor y está muy bien decorado. El gris del mobiliario juega con los detalles en madera, creando una atmósfera que invita a la conversación de una buena sobremesa.

Aquí la cocina corre a cargo del chef Rubén Alemán, quien se formó en restaurantes internacionales y del Mediterráneo, y que ofrece en Zona una muestra de gastronomía italiana con un toque moderno.

Ya sentados, descubrimos en su carta una selección de pizzas artesanales cocinadas en horno de piedra, algunos cortes, pescados y ensaladas.

Pedimos una tártara de atún ($175) y un portobello ($120) para abrir boca. Con ambos nos llevamos una muy grata sorpresa.

La primera de nuestras entradas llevaba vinagreta de frutos rojos, balsámico y hojas de lechuga con un poco de queso.

La segunda llegó a los tres quesos, y ambas prometieron que los sabores venideros serían igual de buenos.

Para maridar, el esposo de mi prima pidió un Casa Madero Gran Reserva Shiraz ($850) y como fuerte un rib eye alemán ($455). Su querida esposa optó por una pizza de prosciutto y arúgula ($215), y yo por el dorado con salsa de mostaza de Dijon ($260).

Los tres estaban muy bien presentados. Mi pesca llegó montada sobre la mostaza y acompañada con puré. La consistencia y el sabor me parecieron de gran calidad.

El marido de mi prima se sorprendió por lo bien que venía su rib eye, pues el término era perfecto; la porción, generosa, y la pasta con la que se sirve también le pareció rica. Una ración de papas, ligeramente sobrecocidas, complementó este plato.

La tercera en la mesa quedó encantada con su elección. La masa de su pizza era delgada y crujiente, justo como le gusta, y la combinación entre el prosciutto, la arúgula y el queso fue formidable.

Como estábamos complacidos con la oferta culinaria, la parejita se animó a pedir un trifle de frutos rojos con merengue ($125). Éste llegó en una copa y, aunque no era nada del otro mundo, fue un buen cierre para la comilona.

El restaurante me pareció una gran opción para quienes viven o anden por el rumbo, ya que su propuesta está muy aterrizada y bien...

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