Rebanadas / Industriales consentidos...

AutorCony De Lantal

Fue tanta la insistencia de nuestros compadres, que aceptamos la invitación para viborear al Club Industrial y lo que ofrecen de gastronomía. Como aquí es para puros socios e invitados, no me había tocado disfrutar de su excelente cocina más que en alguna que otra boda o evento al que llegué a acudir en esos amplios salones que tienen.

Ya me habían platicado de su restaurante (de nombre Bogavante), y por fin se me hizo visitarlo. Me dejó tres impresiones: increíble vista a la Sierra Madre, atractiva ambientación y deliciosa cocina.

También me sorprendieron sus bajos precios, sobre todo en cuanto a vinos se refiere. El compadre decidió pedir un Beaujolais de 200 pesos, pero hay botellas desde 100. Bastante considerados, porque bien les aguantaría haberle dado una subidita, tomando en cuenta el nivel de gente que ahí acude.

Esa noche se me fueron los ojos con los medallones de foie gras a la sartén, que solamente había tenido el gusto de topármelos aquí alguna vez en el extinto Mirabeau. Dudé en pedirlos por el precio, porque éstos sí son de 280 pesos, lo más caro del menú, pero creo que lo valgo (y si no, como quiera tengo una chambita que cumplir). Estuvieron riquísimos. El colesterol a todo lo que da, pero eso sí, el paladar extasiado.

A su estilo, mi marido se escogió uno de los platillos más económicos, los rollitos crujientes de camarón y verduras de 70 pesos, pero igualmente los gozó.

Como preámbulo, de entrada ya habíamos compartido una deliciosa tarta de pulpo cocido a la gallega y papa rota en aceite de perejil y mojo picón (así lo describe el menú).

El compadre se fue por lo que describen como el rey de la fiesta: bogavante vivo de Canadá, o sea "langosta de categoría", de donde toma su nombre el restaurante.

Por su lado mi comadre, siempre con la dieta, se buscó lo más light y acabó pidiendo unas escalopas de avestruz perfumadas en azafrán. Puso cara de que le encantaron.

Realmente la velada fue pura sabrosura, no nomás por la exquisitez de sus platillos, sino también por la delicia de vista que tiene el lugar y el servicio tan apapachador que se avientan.

Por cierto que esta semana que viene van a tener como chef huésped al exitoso Olivier Lombard, quien fuera cabeza de la cocina del Club de Industriales de la Ciudad de México y que hace un par de años se retirara para iniciar su propia aventura gastronómica con el L'Olivier, que le significó tanto éxito, que pronto abrió un segundo restaurante: Ciboulette, donde estuvo el Casa...

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