Rebanadas / Extreme makeover

AutorCony Delantal

¡Qué cambiazo el de Amalia! Se tardó dos años maquillando (dice el méndigo de mi marido que más o menos lo mismo que yo), pero valió la pena la espera (ándale, otra vez igual que yo, porque terminamos bien hermosas y bien sexys las dos).

Amalia es aquel viejo restaurante de la Plaza O2 que esta semana amaneció completamente renovado tras dos años de permanecer cerrado. Y yo, pues también me di mi manita de gato para ir a conocerlo, porque ya me habían adelantado que lo dejaron tan estiloso y glamuroso que te sientes chinche si vas en fachas.

Wow. Ojos pelones y boca abierta. Así lo describo porque mi teclado no tiene emojis. Sí que les quedó bruto. Muy juvenil obviamente. Siempre fue su estilo y eso no cambió.

Música alta y luz baja. Mesas también: unas altas, otras bajitas, pero la mayoría amplias, de 8, de 10, de 12, con la clara intención de darle cabida a esos grupos de martesitos en ebullición, generaciones del nuevo milenio que van ahí a explayar su lozanía asistidas por la mixología.

Predomina el negro en la atmósfera, con líneas y destellos de naranja y rojo que se logran con tecnología led. Los candiles son como lienzos de cristal con pinceladas de arte moderno. Y el piso pareciera ser una sola pieza de algún mármol que encontraron en otro planeta. Yo creo que es más bien un tipo de resina. Que me lo explique por favor un arquitecto.

Adentro te nutres de una vibra revitalizadora que te devuelve a tus mejores años, mientras la vela que se derrite sobre la mesa te anima a pensar que tu pareja hará lo mismo contigo.

Pero, como decía Mecano, entre el cielo y el suelo hay algo con tendencia a quedarse calvo, y ese algo es mi marido, que ya no le invierte ni un esfuerzo tan siquiera a simular jovialidad.

¡Ay, qué pesado, qué pesado! Y se lo digo en su cara, de nuevo parafraseando a Mecano, porque este sangrón se niega a seguirme la corriente.

Ni modo, es lo que hay. Pero entonces vamos a ver qué les ofrece Amalia a los que ya no prenden ni con cables en esta rítmica atmósfera plagada de mocedad.

Aunque agregaron nuevos platillos, no todos aportan gran cosa. Y te voy a decir qué error no cometas: el de la totoaba a la diabla (535 pesos), que sinceramente no está bien lograda, juzgando además por lo que tienes que pagar.

A ver, reflexionemos. La totoaba es un pescado sumamente codiciado por su propia textura y su sabor, tanto que está considerado en peligro de extinción. No hay necesidad de hacerle gran cosa, marinarlo un poco si acaso y...

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