Rebanadas / Es sofisticado

AutorCony Delantal

Una pensaría que los hijos son muy parecidos a sus padres, pero no siempre. Sólo una de mis hijas me ha heredado el gusto por el buen comer. Mi hijo, en cambio, viviría feliz con hamburguesas y cervezas.

Por eso, ahora que uno de sus amigos españoles se encuentra en México y quedaron para cenar, me pidió que sugiriera un restaurante y me invitaron a acompañarlos.

Propuse Garum, que abrió este año en Masaryk, justo a un lado de donde antes estaba Izote, de Patricia Quintana.

Mi recomendación no era gratuita, pues había escuchado que el chef es nada menos que Vicente Torres, el español galardonado con una estrella Michelin en el restaurante La Sucursal, en Valencia.

Contrario a mi hijo, su amigo es muy selectivo a la hora de comer. Así que mi sugerencia quedó como anillo al dedo.

En el restaurante reina una estética sofisticada y minimalista. Al entrar, hay una pequeña barra para quienes prefieren esperar mesa con un buen tequila, whisky o su bebida favorita. Un par de mesas se alcanzan a ver de frente y, al subir las escaleras, se encuentra el comedor principal y un privado para unas 12 personas.

La decoración es sobria y elegante, y la recepción, tanto del gerente como del mesero, es cálida y siempre atenta. Apenas nos sentamos cuando nos ofrecieron algo para contrarrestar el frío.

El primer detalle que me gustó fue que nos dieron tiempo para sentirnos cómodos; los meseros no te apresuran a ver la carta. Cuando nos trajeron la carta, que tiene desde pulpo con arroz cremoso de almejas, hasta lechón confitado y caramelizado y pollo orgánico con cremoso de palomitas; el mesero ofreció el menú degustación.

Tienen dos versiones, uno de cinco tiempos y otro de siete. El amigo de mi hijo se decidió por el de cinco ($800) y nosotros le hicimos segunda.

Nuestro primer tiempo llegó en breve: tártara de wagyu de corte grueso con helado de mostaza y gel de yema. El sabor de la tártara resulta muy agradable al combinarla con el helado (de presencia apenas perceptible) y con un crujiente de cebolla que va encima.

Delgadísimas rebanadas de pan acompañan perfecto y el gel de yema brinda un toque fresco y novedoso.

Este primer plato nos gustó a los tres, cosa que no puedo decir de los hongos que nos sirvieron poco después, pues se preparan con escabeche y se sirven con un suave de carne, patatas asadas, yema de corral y papel de seis hongos.

El plato luce espectacular con una esfera cubierta con polvo de hongos, y debajo se encuentran finas láminas...

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