Rebanadas / Descomunal

AutorCony DeLantal

La novedad por Calzada San Pedro, en Miravalle, es una nueva parcela comunitaria dedicada al esparcimiento gastronómico que lleva por nombre Comuna.

Así como tú, yo también pensé que se trataba de alguna propuesta vegana de tendencias libertarias y pacifistas, con mobiliario psicodélico y combis en el estacionamiento, pero más bien resultó todo un restaurante en forma, sobrio, elegantito y muy bonito, con una carta balanceada de sabor mexicano bien elaborado.

Me encantó su atmósfera salpicada de modernidad y clasicismo a la vez, con genialidades de buen diseño y una iluminación inspiradora.

La calidez del sobrio y tenue comedor se conjuga con la frescura de un bello y antojable patio arbolado, para crear en conjunto una verdadera zona de confort con tintes de romanticismo. En pocas palabras, en esta Comuna sí se respira un ambiente de paz y amor.

Yo me visualizo en esta terraza reviviendo con mi marido el verano del amor, mientras disfrutamos de unas alucinantes chimichangas de hongos al ritmo de "Let it Be"...

Pero son meras fantasías psicodélicas, porque el último vestigio hippie que le queda a este insulso lo tiene colgado en el clóset. Y es que con esta canija humedad ya hasta les salieron flores de verdad a sus camisas y pantalones.

El planteamiento mobiliario y espacial de Comuna se presta ya sea para armarte una juntada en hermandad con tus compadres o para practicar una velada de amor libre en pareja. Su atmósfera te regala ambos matices.

A mí misma me tocó presenciar, con envidia de la buena, la forma en que un muchacho celebraba ahí mismo su derecho a expresarle cariño a su pareja, con actos que mi marido jamás se atrevería a realizar en público, como sorprenderme con un bello ramo de flores o una tierna miradita amorosa. No pienses otra cosa y tampoco creas que pido más.

Toda esta aventura existencial y gastronómica les quedó fregona, con detalles como las mesas de tronco importadas de Parras, o la hermosa vajilla de Calixta, de aquí de Tampiquito. Es obra de los genios mezclados de una chef y una empresaria vinícola: Andrea Martínez, quien inició su carrera en Pangea, y María Rivero González, de la vinatería (precisamente de Parras) que lleva sus apellidos.

El menú entero se me antojaba para quedarme a vivir ahí, pero me tuve que regresar a escribirte el chisme y sólo alcancé a probar un cortadillo encebollado que estuvo fenomenal y un pulpo zarandeado (ambos de 190 pesos) que venía en su punto.

Acompañamos con unas novedosas...

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