Rebanadas / ¿Al dente?
Autor | Cony Delantal |
EN LA LOCANDA
Hay algo en los restaurantes italianos de Grupo Adamantium que nomás no termina de cuajar. Ya en La Loggia, hace unos años, su cocina me pareció pobre en relación a las expectativas que una se hace con tan lindos interiores y detalles decorativos. Alguna vez en Vesuvio, en Samara, el carpaccio de res fue una triste decepción.
Pero una es necia y no aprende. Pues, con dos malas experiencias a cuestas, tuve el valor de irme a parar a su restaurante más nuevo: La Locanda, en Av. de la Paz. Les recuerdo que son ellos los responsables de Bistro Bec, La Única y El Comensal, todos buenísimos.
Sugerí La Locanda porque andaba por la zona y una amiga que está remodelando su casa me pidió sugerencias. Le propuse vernos para aterrizar ideas. Y qué mejor que alguna novedad de la zona.
El lugar no está mal. Tiene un salón con mucha madera y manteles de cuadros rojos con blanco, que resultan ya más un cliché que algo típico italiano. Lo más atractivo quizás sea su área de fumadores y es una pena que, para disfrutar del espacio más amplio e iluminado, una tenga que chutarse el alquitrán de los cigarros ajenos.
Así que si les llevan su platillo y lo acompaña una nube, no se confundan; no se trata de cocina de humo sino de la chimenea de algún vecino. Mejor pidan adentro. A nosotras ni nos preguntaron.
En lo que mi amiga me enseñaba en su iPad los espacios que anda remodelando fuimos echando ojo a la carta.
De las entradas, pedimos verduras mixtas asadas ($120). Una acertada y bien preparada combinación de berenjenas, alcachofas, calabaza, zanahoria y espárragos bañados en aceite de olivo con su toque perfecto de sal. La entradita nos pareció muy buena, sobre todo porque la acompañamos con una delgada y suave focaccia recién salida del horno de leña, con toque de hierbas y sal de grano.
Acordamos pedir sólo dos platos fuertes y una ensalada para compartir. Mi amiga ordenó el fetuccini con salsa de langosta ($380). Prometía. Un plato hondo presentado con cola de langosta para irle sacando la carnita y comerla junto con la pasta.
Noté la incomodidad de mi amiga al momento. La pasta estaba dura. Su inconformidad dio paso a la irritación y al enojo cuando de plano mordió un fetuccini completamente crudo, duro, pues. Me pregunto si no será ése el colmo de colmos en un restaurante italiano: que la pasta no esté al dente.
Me imagino un meme de esos de la rana René: "a veces tengo antojo de ir a La Locanda por un platillo italiano, pero luego me...
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