Rebanadas / De la calle

AutorCony Delantal

Ora sí me pasé de callejera. Y piensa lo que quieras, pero mi motivo es culinario, aclarando que culinario es de cocina, antes de que pienses peor. Y si anduve toda la semana limando callo fue por pasarte opciones para que practiques lo que mejor sabemos hacer los regios, que es salirnos a hurgar a nivel de banqueta con tal de no gastar mucho.

Y vaya semana que escogí para andar en la calle. Como ya tenemos las avenidas bombardeadas, nomás faltaba ese climita ucraniano que se nos dejó venir, para sentirme corresponsal de guerra entre los peligros del tráfico, los baches atómicos y las desviaciones en ruso que tenemos, además de los efectos colaterales por la exposición excesiva a barbacoa y chicharrón, que pueden ir desde una leve crisis de agruras hasta horribles pesadillas de índole viral, así como de que sales a la calle con tu vestido de peluche súper pink y en menos de lo que piensas ya estás en todas las redes junto al oso de Toy Story.

Rescatando al Marinero rayan

Rayan madres todos en esa zona atorada de Lázaro Cárdenas y Garza Sada, hasta donde fui a tratar de rescatar algo de sabor buscando ese carrito de tacos con el nombre de El Marinero, que siempre había estado ahí hasta que ya no estuvo.

Se fue. Se me ha perdido ayer junto a mi unicornio azul. Si alguien sabe de él le ruego información.

A mi maricornio azul -que azul me lo voy a poner- ya me lo encontré perdido con sus amigotes en un men's club llamado El Patrón (y al ratito te platico cómo lo descubrí), pero el que de plano se me extravió fue el marisquero, de esa callecita que da a la Prepa Tec Brisas, entre el Home Depot chiquito y el Wal-Mart de Las Torres, zona que vivía invadida de puestecitos de tacos.

Pocos sobreviven por el desastre de ese paso a desnivel que tiene tanto retraso como las mentes de los que planean nuestras obras. Casi todos huyeron, me comentó uno de los valientes que se quedaron.

No me lo tome a mal, señor taquero, pero yo más bien buscaba al de los mariscos, ya ve que es miércoles de ceniza. Pues si los quiere con ceniza aquí tenemos de sobra, me dijo pasando el dedo por la polvosa barra de su carrito.

A fin de cuentas, terminé absteniéndome y ayunando. Pero confieso que no fue por seguir los principios de mi fe sino por seguir al desdichado carrito de mariscos que nunca apareció.

Y es que el taquero solitario me mandó a la intersección del Bulevar Acapulco con Garza Sada, que fue como mandarme a la fregada, porque me cansé de...

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