Rebanadas / ¡Bien Jugado!

AutorCony DeLantal

Dos sabrosas cocinas entran a escena esta semana con sobrado atrevimiento, desde la marquesina hasta el sartén: Mata de Chile y Bien Jugado.

Cuando la desfachatez se apodera del chef empezamos a ver este tipo de locuras que hacen de México el lugar mágico donde yo disfruto vivir. Y cuando se apodera de un presidente sucede todo lo contrario, pero ese es otro cuento.

Soy fan de los deschavetados con mandil. No siempre y no todo termina siendo una buena idea en el plato, pero gracias a estos valientes que van más allá de los límites de una receta -y los que cruzan muchos otros límites- la humanidad ha descubierto planetas, vacunas y nuevas sensaciones en el paladar.

Con que salga uno bueno ya fregamos, decía mi abuelita cuando a diario le servía coctel de camarones a mi abuelo. Ídem por Bien Jugado. No todo su menú es prodigio, pero qué bueno les salió ese sándwich Wagyu Sando (383 pesos) en pan brioche con crust de panko, barbecue de dátil y salsa de guayaba, un delicattessen de origen japonés que ya explotó las redes en Estados Unidos y que aquí pinta para convertirse también en trending topic.

Es un choque de sabores y texturas que eriza la piel y deriva en espasmos. No es afrodisíaco, pero logra un éxtasis similar. "Bien jugado", se dice al final, tal vez fumando un cigarrillo y mirando a quién te deja así de complacida.

La suavidad del filete wagyu molido se arropa a la perfección dentro de un empanizado crujiente que va entre dos panes brioche de excelente manufactura. Y luego saca chispas en el paladar cuando se adereza con ese ate de guayaba líquido que lo transforma en una audaz vivencia agridulce.

Sé que es mucho poema para un lonche, pero es como sentirse maravillada por la perfección de una flor, independientemente del paisaje que te rodea.

No todo en este paisaje es de admirarse. Hay pancakes muuuy dulces en el desayuno y unas empanadas de cabrito en la cena a las que les sobra masa. Pero si se trata de seguir echando flores déjame ahora hablarte de la perfección de los chilaquiles con lechón que esos sí me encantaron.

El totopo es sobresaliente, el lechón abundante y la salsa blanca que los baña estupenda. En pocas palabras, soñados. Y eso es literal, porque a menos que ya vengas de fábrica con tripa de calibre industrial no te va a bastar el día entero para digerirlos. No sé si sea a Eva a quien tendríamos que reclamarle que los más sabrosos pecados de la vida acarreen las peores penitencias.

La mente creativa y juguetona tras...

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