Rebanadas / A la antigüita

AutorCony Delantal

EN LA 'BELLE EPOQUE'

Parece increíble que un restaurante tenga 35 años de existir y yo nunca haya puesto un pie en él. Hasta pena me da decirlo y confieso que hay en ello un poco de vanidad, porque ya saben que me encanta presumirles el repertorio de todos los que visito.

En mi defensa tengo que alegar que este lugarcito del que les voy a platicar está en la colonia Nápoles, en donde rara vez hay alguna novedad gastronómica.

Esta vez anduve por ahí porque una amiga está empecinada en poner un negocio de helados gourmet. Y como esta semana estuvo en el WTC La Feria del Helado, su marido la mandó a enterarse un poquito del tema. A mí me late que la idea del negocio es cosa de él para tener a mi amiga bien ocupadita y que no ande de ociosa metiéndole goles en la tarjeta de crédito.

Así que ahí nos tienen de stand en stand con gafete y toda la cosa preguntando informes y demás boberas que a mí ya me tenían fastidiada. De pilón me llevé mis tacones y ya parecía yo gallina ampollada.

Al final -bendito Dios- nos dio la hora de la comida y justo en la calle de Dakota 155, encontramos Le Gourmet, restaurante que está dentro de un pequeño hotelito con estilo europeo que se llama Suites del Parque.

El lugar, modesto, lleva ahí toda una vida y se nota. Digamos que hay ciertos detalles que delatan la edad del edificio.

El restaurante es muy pequeño, no tendrá más de 15 mesas, pero por lo mismo tiene algo de acogedor. Está ambientado como un clásico rincón parisino, aunque eso sí, de la Belle Epoque. Anticuadita la cosa, pues.

Tuvimos suerte de encontrar lugar porque después de unos minutos de haber llegado las mesas se llenaron con gente de todo tipo. Desde extranjeros y familias hasta formales hombres de negocio.

La carta tiene un equilibrio franco mexicano, así que si ven por ahí una sopa de tortilla a lado de un pato al orange no es que se estén volviendo locos.

Compartimos un steak tártara ($180) que nos prepararon a la vista y resultó bastante buena con su panecito y toda la cosa. La receta tradicional con una guarnición de alcaparras, aceitunitas, y por otro lado cebollita picada y páprika.

Además ordenamos las alcachofas rossine ($120) que llegaron ya deshojadas y bañadas en una salsa holandesa gratinada. En su punto exacto de cocción, nos gustaron mucho.

Por cierto, aunque el lugar es chiquito, el servicio nos pareció no lento, sino lo que le sigue, y con el pretexto de que todo lo preparan al momento, pues ni qué decir...

De plato fuerte se me...

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