Raquel Pastor / Los caminos de Dios: El ocaso de dos autoridades

AutorRaquel Pastor

En un futuro, difícilmente algún Papa dará a México la misma importancia que Juan Pablo II.

La relevancia de este país para el Pontífice se manifestó en el número de visitas que realizó al territorio nacional; en la beatificación y canonización de un alto número de mexicanos, incluso del polémico caso de San Juan Diego; en el nombramiento de mayor número de cardenales; en el lugar y la protección que dio al sacerdote Marcial Maciel en el Vaticano ante las denuncias de abuso sexual a menores y en los eventos internacionales que se llevaron a cabo en el país, entre los que destacan la presentación de la exhortación postsinodal Iglesia en América, que resultó del Sínodo de los Obispos de este continente, y el Congreso Eucarístico Internacional.

Ante el inminente ocaso del Pontificado, más que evaluar los cambios en lo que se refiere a las relaciones Iglesia-Estado se antoja evaluar la incidencia de sus discursos en la sociedad. La afluencia de mexicanos que acudieron a ver al Papa en sus cinco visitas y su cobertura en los medios de comunicación evidenciaron una relación particular de Juan Pablo II con buena parte de la población.

Sin embargo, no es clara la recepción de su mensaje. Mucho se ha hablado ya de la indisposición de los mexicanos a seguir sus directrices en materia de moral sexual, directrices que, al menos en términos muy generales, los católicos conocen. Pero cuando hablamos sobre la propuesta social la situación se agrava porque para la gran mayoría de los habitantes de este país ha pasado inadvertida.

Dicho discurso, al retomar la Doctrina Social de la Iglesia, reivindica y actualiza los derechos de los trabajadores y demanda al empresario una preocupación humanista por encima de las ganancias económicas; descalifica los sistemas autoritarios y al socialismo en particular pero invalida la apuesta por la regulación económica a través de las leyes del mercado; ubica a la institución eclesial como la principal defensora de los derechos humanos individuales y sociales, interpela a las autoridades políticas, a las potencias económicas y a las organizaciones internacionales como responsables de proteger la dignidad humana de todos los habitantes del planeta, principalmente de los países más débiles, entre otras cosas.

Para el caso de América Latina condena claramente al neoliberalismo, asigna un lugar relevante al "amor preferencial por los pobres", une al llamado a defender los derechos humanos, la defensa de los derechos de los...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR