Rapto: ritual zapoteca que divide opiniones

JUCHITÁN DE ZARAGOZA, Oax., noviembre 30 (EL UNIVERSAL).- Colocada a un costado de una mesa que tiene imágenes religiosas, cubierta con una sábana blanca y pétalos de rosas rojas, María de los Ángeles espera recostada, en casa de su novio, la visita de sus familiares para que bailen y beban cerveza al conocer sobre su "pureza". A sus 15 años, ella fue raptada con fines matrimoniales por Luis Alberto, de 19 años.

El rapto con fines matrimoniales es una tradición que se niega a morir entre el pueblo zapoteca que habita principalmente la Séptima y Novena Sección de Juchitán, en el Istmo de Tehuantepec, así como en otras comunidades vecinas como Santa María Xadani, Álvaro Obregón, Chicapa de Castro y San Blas Atempa.

Aunque pervive, con el paso de los años esta tradición ha sido cuestionada por lo que representa e incluso ha dividido la opinión de las familias istmeñas, con posturas a favor de garantizar su permanencia, como muestra de identidad, y otras que buscan erradicarla, al considerar que violenta los derechos y dignidad de las mujeres.

Mientras María de los Ángeles espera, en el patio de la casa se confeccionan unas coronas de rosas rojas y hojas verdes de cordoncillo, que se regalarán a las mujeres que visitarán a la adolescente en el ritual. Los familiares del Luis Alberto, el novio, se dicen orgullosos de esa tradición. Las tías están alegres, orgullosas y preparan los bocadillos que van a compartir con la familia de la novia.

Desterrar la tradición

Para Rogelia González Luis, coordinadora del Refugio de Mujeres Víctimas de Violencia China Yodo, la tradición del rapto, aunque sea con fines matrimoniales, atenta contra los derechos de la mujer desde la perspectiva de género y contra los derechos humanos: "Es un ritual antiguo donde se exhibe la 'pureza' de las mujeres que no miramos muy bien", dice.

Desde la perspectiva de género y derechos humanos, dice González Luis, debe considerarse que "la tradición del rapto debe desterrarse de nuestras tradiciones porque, si bien es una práctica ancestral, no deja de violentar a las mujeres y niñas que son raptadas a los 14 o 15 años".

La activista explica que en muchos casos, como los novios son menores de edad, no pueden casarse y terminan separándose: "Es un grave problema de disolución familiar. A veces, el joven no trabaja o no permite que la mujer labore y empiezan las dificultades económicas. Al final, la mujer queda en el desamparo y con hijos que luego cuidan los abuelos", explica.

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