Rafael Segovia / Unas elecciones más

AutorRafael Segovia

Han sido una sorpresa mayúscula las elecciones en Venezuela. Toda la América Latina esperaba también una sorpresa, pero en sentido contrario. Se deseaba una derrota no del presidente actual, sino de todo el sistema. Han sido unas elecciones tranquilas, que no parecían haberse dado en este continente, donde la situación política cambia a una velocidad de vértigo. En Chile, en medio de una paz envidiable, triunfa una derecha que no lo merecía, pero fue aceptada con una tranquilidad inglesa mientras en Estados Unidos un conservadurismo de mala ley se impone como consecuencia de guerras coloniales incomprensibles. Parece como si la situación política de América fuera algo ajeno a la lógica histórica.

Estamos acostumbrados a encontrarnos con situaciones donde debemos apechugar con los fracasos, frecuentemente por culpa de nosotros o de nuestros gobernantes. Porque fracaso es esta guerra contra el crimen y el narcotráfico, una guerra donde Brasil ha tomado una delantera difícil de alcanzar. Brasil lo podemos soportar sin alegría pero Venezuela es harina de otro costal. Venezuela tiene petróleo, de primera calidad, a poca profundidad, y poco más. Los venezolanos, para su amargura, tienen una tasa de crímenes que los sitúa en una postura social más que peligrosa, una criminalidad tan extrema como la nuestra. Quizás por las mismas causas. Riqueza que se presenta de súbito, que brota del suelo sin que haya nada para acogerla, aprovecharla y darle al pueblo venezolano unas oportunidades que no han tenido desde la independencia de aquella nación. Venezuela ha debido conformarse con una serie de generales sanguinarios y con Simón Bolívar, como la mayoría de los países del cono sur. Todos tienen sus héroes, a condición de que no se busque demasiado en su pasado.

Los resultados de esta elección no son un desastre para Chávez aunque pierde los poderes que disfrutaba. No podía esperar más. Lo principal es lo que no esperaba; una consulta ordenada. Ya se tiene un país más en la lista que engrosan podemos decir que todos los latinoamericanos. Si miramos hacia atrás, veremos que ya no encontramos gobiernos militares ni encargados del orden público, léase de la tortura. Uno de los hombres que por varias razones fue admirado en toda América y en gran parte de Europa fue Henry Kissinger, respetado sobre todo por su libro que hizo de él uno de los politólogos al que no se podía dejar de citar: entre otras cosas era profesor de Harvard. Cuando fue víctima del...

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