Rafael Segovia / Petróleo y olvido

AutorRafael Segovia

El tema es más peligroso que lo representado a primera vista, que no parece sino una reforma constitucional más. La gente no se interesa en los trapicheos de la Secretaría de Energía y, como era de esperarse, ésta informa sin informar, utiliza un lenguaje abstruso y confuso, donde se dice la permanencia de la soberanía y se advierte que mientras la opinión pública y los partidos no estén de acuerdo no habrá reforma energética. Todo pues queda en manos de Manlio Fabio Beltrones, Creel y Carlos Navarrete, lo que no deja de asustar, pues para ellos no está en juego el tema específico del petróleo sino lo que realmente queda de momento en el aire es la continuación del gobierno y quién va a ser el próximo presidente de la República. La opinión pública, no se sabe bien si por voluntad del interesado o por haber un vacío, ha designado a Manlio Fabio futuro candidato del PRI. Curioso, pero así se cree. Del mismo modo que Andrés Manuel López Obrador correrá por el PRD, y que esta vez no se podrá hacer la misma operación, aunque ya empezaron a levantarse barreras contra este temor de una izquierda en el poder.

El voto del país está escindido. Hemos pasado de un voto cautivo y de la unidad formal del poder a una bipolaridad de izquierda y derecha, donde la izquierda tiene el monopolio de la exhibición pública de su amplitud y de sus simpatías mientras la derecha muestra su fuerza real y su imposibilidad de gozar una popularidad en la calle. El poder está solo en su tragedia. El dizque Presidente es una vez más el solitario del Palacio Nacional, la prueba está en su manera de aferrarse a Mouriño, sabiendo que cada día que pasa pierde simpatías y apoyos, aun de la propia derecha. En este momento, cuando una parte de la nación espera una decisión de importancia fundamental, que es la confirmación de esta ruptura que estaba malamente superada, la derecha juega la carta de la indiferencia. Es un "que decidan formalmente ellos" (ellos son el PRI, de Beltrones y Gamboa Patrón), que den la cara y reconozcan haber perdido la Presidencia y todo lo demás. México ya es otro, la Revolución y lo que representó para dentro del país y para afuera se liquidó sin dolor aparente y el cambio no sólo implicó a la política sino que se presentó, cosa esperada, un cambio social, que se inició, de modo simbólico, con una pérdida de poder de la Universidad Nacional, substituida por una serie de universidades (¿?) de creación instantánea y en algunos casos de propiedad...

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