Rafael Segovia / Mentiras políticas

AutorRafael Segovia

Aciertas personas les sienta bien la obscuridad y la hostilidad en su contra. Tal es el caso de Mouriño, superprotegido de Calderón y ahora flamante secretario de Gobernación, que fue el hombre clave de un gobierno. Sus atribuciones y poderes han sido disminuidos hasta convertirse en una pieza más del gabinete, una pieza desde luego no decisiva. La tecnocracia le ha restado una serie de atribuciones y la vida política del país, al abrirse, a ciertos grupos -digamos los partidos políticos-, ha reducido su espera de actuación por excelencia, o sea, la política.

Por hacer un favor, o resultó una o mejor dicho dos tonterías, que fue pagar más de 1 millón de pesos para espiar a los parlamentarios de este país. Ahora sale el señor Mouriño diciendo que eso no es espiar, que eso es "recoger información" para asegurar la defensa del país. Es otro que debió estudiar en un colegio de curas porque no sabe lo que dice porque no acostumbra a consultar el diccionario. El señor Mouriño, pues, paga espías con dinero público, aunque lo niegue.

Lo malo de estos hombres es no saber ocupar su puesto. El secretario de Gobernación es obvio que debe de tener digamos informadores y debe mentir -también conviene mirar el diccionario- porque para gobernar, diga lo que diga el señor Calderón, hay que mentir: cuando el peso se está tambaleando, se afirma que nunca ha estado más seguro, o cuando los precios de las subsistencias se disparan, se afirma que el alza ha sido moderada y pasajera. Saber mentir es un arte, especialmente cuando se sabe que el otro, el político por no señalar a nadie, está mintiendo constantemente. Hay una connivencia entre el que miente y el que acepta la mentira, porque la verdad a secas casi siempre es muy difícil de aceptar.

Mouriño no podrá decir que él había pagado a unos espías, a una agencia que con un nombre rimbombante se dedicaba a "recoger información". Aquí venía lo complicado. Esa información estaba al alcance de todo el mundo y para eso tenemos al IFAI, para eso y para dar chamba a unos cuantos. Pero es muy escabroso decir a quién se le da 1 millón de pesos y por qué. Alegar la defensa del país es una broma porque a pesar de su mala fama no parece haber traidores entre senadores y diputados. Pero puede haber simpatizantes de la causa, puede haber parientes en apuros, puede haber representantes de la nación díscolos, enemigos de cuanto propaga el Ejecutivo y más vale saberlo de antemano. Tener un mapa preciso de los parlamentarios...

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