Rafael Segovia / Fin de fiesta

AutorRafael Segovia

Tiene algo profundamente vulgar la Semana Santa, como todo lo que fue Imperio Romano cuando lo romano dejó de ser un adjetivo. No podemos dejar a la grandeza perderse, como se impuso de manera fatal una concepción del mundo que se añadió un adjetivo más, fue germánico, con lo que los bosques de Europa y su barbarie se impusieron y su poder llegó hasta el Mediterráneo o sea hasta España e Italia. Cosa inevitable, hasta México, y casi siempre, lo vivimos hoy.

La semana pasada sufrimos las consecuencias. Herencia española poco recomendable. Dos y medio millones de personas vieron interpretada una crucifixión, interpretada pero real. La televisión quizás sólo tenga una virtud: la de mostrar la verdad sin engaños.

Ver a un hombre atravesar la mano de otro ser humano -y los pies- con unos clavos todo lo estériles que se quiera es un espectáculo también todo lo inhumano que se quiera. Como también lo es ver padecer la pena de muerte de un individuo, por más que se hayan cumplido todos los trámites de la instrucción penal. Será todo lo legal que se quiera y que los códigos permitan, no por eso deja de ser un acto de barbarie por más que esté autorizado, ante lo cual, lo humano se subleva. Pretextos puede haber cuantos se quiera. Estamos acostumbrados a buscar justificaciones, mas estamos ante una realidad que también se encuentra en todos los rincones de nuestras vidas y sólo nos abandona cuando otra realidad -el Estado- se interpone y la prohíbe. No cabe alegar la tradición ni razones religiosas, ni podemos tampoco alegar la popularidad de la medida. La cultura y la civilización se hicieron obligatorias contra lo ampliamente aceptado. Hemos visto cómo formas de comportamiento aceptado fueron prohibidas porque en su cambio constantemente se comprendieron contrarias a normas sólidamente establecidas, pero contrarias a lo que la cultura prohibía. Por lo demás, toda la historia de la cultura ha sido un constante cambio de modas y de valores, casi siempre con escándalo de quienes viven aferrados a sus costumbres que consideran intangibles. Este dominio de lo considerado eterno lo encontramos sostenido por grupos con frecuencia...

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