Rafael Segovia / Dudas y terrores

AutorRafael Segovia

Vivimos una placidez absoluta; nadie se inquieta por nada, y cualquier turista elegido al azar negará que dentro de unas semanas tendremos unas elecciones. Dudará, aunque se le explique, la importancia de estas elecciones: la paz reina en México y más vale que sea así. Estamos ante el gran triunfo de la clase política.

En los últimos 10 años estuvimos ante la inquietud de un cambio de gobierno. Supusimos un triunfo de la derecha en lo cual no nos equivocamos, pero no acertamos en los contenidos del cambio que, contrariamente a cuanto se pudo esperar, consistió en un vacío gigantesco. Tres años después de haber ganado la oposición en las urnas todo sigue igual: el PRI conforme con el abstencionismo que, en cierta manera, le permitió evitar la derrota total, lo que parecía imposible cuando se miraba el estado del partido y las maniobras emprendidas por los salvados del desastre, deseosos ante todo de conservar ciertos beneficios más materiales que espirituales, que el PAN cedía con toda benevolencia, porque el PAN tampoco quiso recoger lo que sintió que le correspondía. De inmediato vino el distanciamiento entre el presidente de la República y Acción Nacional. Con una agravante suplementaria: el hombre fuerte del PAN tenía mayor audiencia entre los panistas que el Presidente, encerrado en una victoria pírrica que fue mostrando su inanidad día tras día hasta llegar a la ruptura abierta.

Fue normal la presencia de un partido más donde menos se esperaba. El PRD tiene apoyo electoral en el Distrito Federal y en los conflictos del PRI. La inconsistencia partidaria era de esperar. El arribismo mostró su rostro más repugnante. Lo hizo sin recato, con una falta de pudor lamentable, no sólo por basar su crecimiento en una actitud carroñera, donde sólo cuenta el interés del individuo. No importa la posible representación de una corriente de pensamiento o el conflicto entre dos líderes de mayor o menor importancia. Se echa la red y lo que se saque es bueno. Máxime que la ley actual permite -peor aún, obliga- a subvencionar a un grupo de amigos que nada ha unido excepto la posibilidad de la subvención y, en un caso muy remoto, encontrarse con un puesto aceptable en la lista proporcional.

El PRD se ha encontrado con una cauda de políticos variopintos que no hace dos años renegaba del origen de estos hombres y mujeres. No es difícil conocer qué los ha llevado a colocarse bajo la guía de Andrés Manuel López Obrador. Empiezan por manifestar a un periódico...

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