Rafael Ruiz Harrell/ Desencuentros

AutorRafael Ruiz Harrell

Algo no va con Vicente Fox. Así su gobierno sea sietemesino apenas ya se sabe que no funciona y, a ratos, se teme que no llegue a funcionar sino por error o por azar.

El desencuentro no es sólo decepción, cruda de fin de fiesta, término de imaginarias lunas de miel entre un mandatario y su pueblo. Si se escucha atentamente se advertirá que el desacuerdo es mayor: Fox no está dispuesto a hacer lo que la gente creyó que haría, ni siquiera aquello que la llevó a creer que haría. Si por un lado es cada vez más honda la convicción colectiva de que existe una deuda que debe ser cubierta, por el otro el deudor elegido no se reconoce como tal y cree que si algo se adeuda no es deber suyo pagarlo.

Resultados

Algo tienen que ver en esto los resultados y sus tiempos. Fox distingue dos Méxicos. Uno es populoso y sonriente. Lo forman, según dijo en un programa radiofónico que conduce José Gutiérrez Vivó, todos los que "siguen llenos de esperanza, optimismo, ganas de luchar, de construir un gran país". A estas virtudes jubilosas añaden la paciencia. No exigen resultados para hoy y, según quiere el Presidente, se dan por bien servidos si al año llega a haber algunos logros y dentro de tres hay más. Con eso les basta.

El otro México es en extremo restringido. Lo habitan sólo los medios de difusión o, mejor, "las plumas" irritadas, pesimistas e impacientes que le exigen al Presidente "todos los resultados del mundo a una gran velocidad".

La demanda, por supuesto, es irracional y desmedida y de ahí que Fox le advierta a su gran público que "las cosas van bien a pesar de lo que lean en la prensa, a pesar de lo que se diga". No hay por qué creerles, añade, porque la exigencia y la crítica no responden a un afán patriótico, sino al hecho de que ya no hay "transferencia de recursos" de la Presidencia a la prensa. La demanda se debe a que terminó el embute.

Más que el insulto -así sea lamentable-, importa la reacción de Fox a la exigencia. Es desmedido, a su juicio, pedirle resultados. Y más todavía cuando apenas se inicia su sexenio. Espérese un año antes de exigirle nada y aun ahí limítese la petición a unos cuantos y pequeños logros. El los otorgará, por generoso, pero la deuda no es suya ni tiene por qué pagarla.

Deudas

Aun admitiendo la hipótesis, por igual peregrina y maniquea, de que sólo haya dos Méxicos, las proporciones que maneja el Presidente son inexactas. Al decir de las encuestas, el pasado diciembre sólo el 7 por ciento de la población creía que...

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