Rafael Fernández de Castro / Política exterior: Grandes sueños, tristes resultados
Autor | Rafael Fernández de Castro |
Al igual que la mayoría de las áreas de Gobierno, a la mitad del sexenio, la política exterior del cambio ha defraudado las expectativas.
Tres años y tres momentos: un plan de ruta bien trazado y la luna de miel con Bush que interrumpió el 11 de septiembre; la insistencia testaruda en el acuerdo migratorio y el surgimiento del nacionalismo frustrado; la llegada de Luis Ernesto Derbez en plena turbulencia y sus embates contra la sombra de Jorge Castañeda.
Buen inicio. A diferencia de la mayoría del gabinete, Castañeda tenía una hoja de ruta clara y concisa al arrancar el sexenio. El diseño original constaba de tres pilares fundamentales: Primero, profundización y mejoramiento de la integración y sus términos con Estados Unidos; segundo, diversificación, con la Unión Europea tanto en términos económicos como políticos, mientras que con América Latina básicamente una mejor coordinación política; y, tercero, mayor presencia en los foros multilaterales de desarrollo.
La atención esmerada que mostró Bush hacia México volcó a la diplomacia hacia la consecución de un acuerdo migratorio. América Latina y Europa pasaron a un tercer plano. El 11 de septiembre acabó con la esperanza mexicana de impulsar una idea bien planteada, pero cuya instrumentación nunca estuvo al nivel de la ambiciosa propuesta: el equipo negociador de México nunca pasó de dos funcionarios.
Cambio del entorno mundial. Los ataques terroristas sorprendieron a la diplomacia mexicana aún celebrando la visita de Estado a Washington del 5 al 7 de septiembre. Ante el titubeo del Presidente Fox sobre cómo reaccionar ante la tragedia del vecino, la respuesta mexicana se politizó: Castañeda en una esquina y la oposición nacionalista, del PRI y del PRD en el Congreso, en la otra.
Entre el surgimiento de un antiestadounensismo mezquino, arropado de nacionalismo, las distracciones por la disputa del viaje a Monterrey de Fidel Castro y el enfrentamiento con el Senado por impedirle al Presidente viajar, se perdieron momentos preciosos para entender que Washington había sido tomado por los neoconservadores y que Bush de conservador fraterno se tornó en halcón. La frustración ante el impasse con Washington incidió en la salida de Castañeda y en la creciente decepción de Fox con su otrora amigo vaquero de Texas.
Relevo en turbulencia. Derbez llegó a la Cancillería justo cuando se calentaba el debate en el Consejo de Seguridad de la ONU sobre Iraq. Sorprendió su rápido acomodo con su contraparte...
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