Rafael Aviña / Deducción que seduce

AutorRafael Aviña

El año pasado, el hábil cineasta Guy Ritchie consiguió levantar una flamante y exitosa franquicia con la renovada figura del celebérrimo detective del 221B de la calle Baker creado por Sir Arthur Conan Doyle en el siglo 19, interpretado por un estupendo e imparable Robert Downey Jr.

En la vertiginosa y explosiva secuela, Sherlock Holmes: Juego de sombras (EU-Gran Bretaña, 2011), Ritchie apuesta por nuevos guionistas que se apegan más a las aventuras originales de su autor primigenio y rodean el relato de un ambiente siniestro con referencias terroristas, en la línea de "El agente secreto" (1907), novela del también escritor británico Joseph Conrad.

Narrada por su inseparable amigo y compañero de peripecias, el Dr. Watson, próximo a casarse, la historia se centra en los avatares del deductivo Holmes por detener a su némesis: el Profesor Moriarty.

Moriarty como un genio del mal, creado por Doyle, decidido a desestabilizar a Europa desatando una guerra mundial y especulando con la industria bélica.

Al mismo tiempo, Holmes -experto boxeador, esgrimista con el bastón y maestro del disfraz- intenta ayudar a una atractiva gitana a encontrar a su hermano, seguidor de causas anarquistas.

A medio camino entre Conrad, Conan Doyle y el vulnerable James Bond de las primeras novelas de Ian Fleming, Sherlock Holmes: Juego de sombras no alcanza el brillante paroxismo de su predecesora.

Sin embargo, se trata de un eficaz espectáculo pirotécnico de...

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