Rafael Alonso y Prieto / Prohibir la gestoría

AutorRafael Alonso y Prieto

Parece que el vergonzoso sainete que han escenificado nuestros diputados locales, para defender y aprovechar la gratificación adicional que se autorrecetaron sobre sus ya de por sí jugosos emolumentos, está por terminar.

Empezaron decretándolo como un bono adicional, quizá con la pretensión, errónea, dada su ignorancia fiscal, de que no les fuera acumulable para el Impuesto Sobre la Renta. Posteriormente, intentaron añadirlo al sueldo mensual. Por último, encontraron el pretexto de etiquetarlo como ayuda o apoyo para "gestoría".

Lo malo fue que, para justificar este rubro, se vieron obligados a justificar el gasto de la asignación; aquí fue donde afloró lo más tragicómico del sainete. A algunos se les hizo fácil justificarlo con comprobantes de gastos estrictamente personales y hasta de lujo. Para su desgracia, la auditoría de esta partida rechazó tales comprobantes y ahora se están viendo obligados a devolver lo que mañosamente se apropiaron.

Hasta aquí el asunto no pasaría de ser uno más de esos sainetes con que nuestros representantes pretenden remunerar sus importantes y agotadoras labores.

Sin embargo, el asunto plantea las cuestiones de fondo: ¿qué es la gestoría?, ¿es una función propia de un diputado? ¿se le debe permitir y ayudar a realizarla? O, por último, ¿se debería prohibirla?

Si no entiendo mal, la gestoría es una labor en la que el diputado instala una oficina o lugar para recibir a sus electores. A esa oficina le van a plantear sus quejas, generalmente sobre las insuficiencias de los servicios municipales o estatales; raras veces sobre la orientación de su función legislativa.

Recibida la queja, el diputado intenta obtener resolución a ella, mediante la influencia de su investidura y a través de "gestiones" con las autoridades responsables. Si lo logra, se para el cuello con sus representados, y si no, da por terminado el asunto con un "lo siento mucho".

Lo anterior es el mejor de los casos, porque también el diputado puede hacer gestiones para obtener privilegios, canonjías o beneficios indebidos para aquellos a quienes quiere favorecer, aprovechando la investidura y los contactos que le da su posición política.

De modo que la famosa gestoría no es sino un simple "coyotaje", es decir, gestionar ante las autoridades administrativas que arreglen lo que ellas per se debían arreglar, o, en el peor caso, es una descarada venta de influencias.

¿Es esto función propia de un diputado? ¿Los elegimos para que dediquen una buena...

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