Con radicales, 'no va a quedar país'

AutorRoberto Zamarripa

Ricardo Monreal responde: "espero que no, espero que no" cuando se le dice que la única manera en que pueda estar en la boleta presidencial de la elección de 2024 es por un partido opositor a Morena.

Hace esfuerzos por convencer, o convencerse, que todavía tiene un lugar en el actual partido gobernante. Y arremete contra quienes lo tienen contra las cuerdas que, según él, buscan su aniquilamiento.

"Los que creen que siendo más radicales pueden obtener el cargo o la posición política que anhelan, allá ellos. Se equivocan, porque no va a quedar país para nadie. El aniquilamiento solo deja destrucción", expresa.

Pinta raya contra los radicalismos y a pesar de que el Presidente Andrés Manuel López Obrador en diciembre pasado urgió a sus correligionarios a definirse en la izquierda porque ostentarse en el centro político "para quedar bien con todos" es un error político, Monreal defiende la moderación.

Priista desde pequeño, a los 14 años ya participaba con el tricolor en Fresnillo donde llegó a regidor ya siendo un licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ) y luego diputado federal a los 27 años y senador a los 30 cargo que ejerció entre 1991 y 1997.

En 1998 rompe con el PRI para ser postulado por el PRD a la gubernatura de Zacatecas. Vetado para ser candidato del tricolor por el Presidente Ernesto Zedillo, es promovido por el entonces líder nacional perredista Andrés Manuel López Obrador. Y gana la elección.

Gobierna Zacatecas entre 1998 y 2004 y se convierte en aliado fundamental de AMLO en las tres campañas electorales del tabasqueño por la Presidencia de la República. En la del 2012, que pierde con Enrique Peña, es el coordinador de campaña. En 2018 queda al borde de la ruptura con el movimiento obradorista al negársele la posibilidad de ser el candidato a la Jefatura de Gobierno capitalina pues AMLO promovía a Claudia Sheinbaum.

Al final, Monreal se queda en Morena, partido del cual es fundador, participa en la campaña presidencial ganadora de AMLO y queda al frente del Senado. Pero ya había probado el hielo tabasqueño. Y hoy vuelve al congelamiento, al desprecio.

A sus 61 años de edad y con un año más de militancia con López Obrador (24), que en el PRI (23), está en una encrucijada: permanece en Morena o se confronta desde la Oposición. Quiere ser candidato a la Presidencia pero no es el favorito. No tiene interlocución privilegiada con López Obrador. Es el villano y lo ven como un traidor.

¿Estás ya con un pie fuera de Morena?

Estoy quizás viviendo una etapa difícil de mi vida pública, de mi vida política, una etapa en la que obviamente a nadie se la deseo; en efecto, tengo casi un cuarto de siglo acompañando al Presidente Andrés Manuel López Obrador, soy fundador y militante de Morena y en el Senado hemos cumplido dotando al Estado mexicano de las bases jurídicas y constitucionales para llevar a cabo este proceso que se planteó el Presidente y muchos de nosotros sobre la transformación de la vida pública.

Estoy en Morena, sigo en Morena, porque en Morena hay muchas visiones, hay quienes coinciden conmigo, hay quienes no. Pero en efecto, estoy en una encrucijada porque me temo que la sucesión adelantada, la existencia de grupos y facciones, han distorsionado este proceso que pudiera ser democrático y ejemplar. Estoy tranquilo. Voy a estar en Morena y voy a luchar por su democratización y porque Morena no abandone las causas que nos dieron vida.

Una sucesión adelantada que parece fratricida. Discuten, debaten y se llevan muy fuerte, incluso con demandas penales. Encarcelaron a un colaborador tuyo en el Senado, José Manuel del Río Virgen, en un abierto mensaje a tu protagonismo político.

Una sucesión adelantada, una sucesión precipitada, fuera de toda lógica institucional y muy alejada de cualquier ortodoxia. Para mí no es oportuna. No fue correcto haberla abierto de esa manera. No es oportuno porque estamos a mitad del periodo presidencial, que hay mucho por hacer y debemos concentrarnos en los proyectos que forman parte de este proceso de transformación por el que México votó en 2018. Y no era necesario porque contamos con un Presidente fuerte, popular, respaldado por una clara mayoría, y estos procesos adelantados la mayoría de las veces nos dan contextos de debilidad en...

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