Quitan a reclusos control de comida

AutorLuis Cruz

Dos carros de metal ingresan al Dormitorio 8 del Reclusorio Norte, los reos se forman y sostienen una charola azul, pues se trata de la hora de la comida.

Los alimentos, según los internos, desde hace un mes cambiaron, ya que ahora todo parece un menú que los hace recordar al que algún día recibieron en su hogar al lado de una familia.

"El sabor es diferente, el cocido, todo, la limpieza, la repartición, la porción, antes tenía que ir uno a pelear por ella, ahora ya no", dice Fernando Rejón, mientras come desde su celda.

Y es que desde el 1 de abril, el Sistema Penitenciario implementó un nuevo proyecto en la elaboración y distribución de los alimentos dentro del Reclusorio Norte, con lo que logró desaparecer "El Rancho".

Este mote era utilizado para designar a la comida que preparaban los presos sin que tuvieran los cuidados de sanidad necesarios.

Además, la repartición era inequitativa pues los propios internos en ocasiones comercializaban los platillos entre sus compañeros.

Para erradicar este vicio, la Secretaría de Gobierno licitó el contrato para la elaboración de alimentos, concurso que ganó La Cosmopolitana, pero con una nueva modalidad.

Ahora, la comida es preparada con estrictas medidas de higiene por 10 empleados de esta empresa, ayudados de 70 reos, con lo que se logró cambiar el sabor de los platillos.

"La comida de antes venía cruda, y esta viene bien preparada, trae todos los condimentos, ya no te hace daño, y ya tiene un sabor casero.

"Antes nos daban pollo crudo, echado a perder, carne de puerco ya morada, la carne ya apestosa, te la comías y a los 10 o 15 minutos ya estabas con diarrea, esto ya nada qué ver, se les agradece", relata José Hazael.

En entrevista con REFORMA, Jaime Rodríguez, director del penal, señala que el cambio no sólo se basa en la elaboración de la comida, sino también en la repartición.

Agregó que ahora los internos reciben sus raciones en charolas y vasos que la empresa proporcionó, y no en refractarios.

Detalló que para...

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