'Se le quiere y respeta'

AutorIrene Savio

Corresponsal

CIUDAD DEL VATICANO. - En la puerta de la biblioteca del Palacio Apostólico, donde habían intercambiado los regalos protocolarios, Enrique Peña Nieto quiso repetirlo una vez más ante el Papa Francisco: "Perdone si me he tomado la libertad de solicitar alguna intervención suya".

Fue el final de una reunión de caras sonrientes que se prolongó 25 minutos de conversación privada y otros tantos de saludos entre los miembros de la nutrida delegación mexicana y el Papa.

Peña Nieto, vestido con un traje negro y una corbata de rayas grises, ya se lo había adelantado a Jorge Mario Bergoglio al comienzo de la cita, en la sala del Tronetto, donde el Papa lo había recibido con un energético apretón de manos.

"He querido hacer una visita especial a usted con varios propósitos que ahora le comentaré", le dijo el Presidente mexicano al Papa.

"Es un placer verle en un momento tan especial".

Sin grandes sobresaltos, el Papa respondió al Mandatario: "Bienvenido".

Ya en Biblioteca, Peña Nieto y Francisco se sentaron, el uno delante del otro, en el escritorio que se encuentra allí y, tras las habituales fotografías, todos los demás fueron invitados a abandonar las sala, dejando a solas al Presidente y el Pontífice.

Transcurrió así un encuentro que no tuvo más testigos que ellos dos y los espesos muros vaticanos.

Acabada la conversación a puerta cerrada, primero se empezó con la presentación ante el Pontífice de la esposa del Presidente, Angélica Rivera -que iba vestida de negro y con la cabeza cubierta con un velo, como dicta el protocolo vaticano para las mujeres- y de los tres hijos del anterior matrimonio de Peña Nieto: Paulina, Alejandro y Nicole, el hermano de Peña y su sobrina.

Luego siguieron las...

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