Sergio Aguayo Quezada / La Guerra Presupuestal: Arbitrariedades

AutorSergio Aguayo Quezada

Por los montos e implicaciones, el enfrentamiento por el presupuesto es una declaración de guerra política sin cuartel. El Presidente nos entrega una versión, los diputados otra ¿a cuál creerle? Para responder hay que contrastar los discursos con antecedentes, cifras y hechos. La conclusión es que ambas partes cometieron arbitrariedades.

El presupuesto es la política químicamente pura porque el manejo de recursos es el mejor indicador de la influencia y el poder. Resulta lógica la tensión entre un Ejecutivo que cada año envía al Legislativo el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) para que lo revise, corrija y apruebe. Las reglas del ciclo presupuestal están fuera del control presidencial y pueden resumirse en una frase que condensa el trenzado de leyes razonablemente claras y entendimientos informales: "el Presidente propone, el Legislativo dispone, y el Ejecutivo recompone".

El ciclo presupuestal tiene tres etapas: 1) durante el año, la Secretaría de Hacienda arma el proyecto de PEF que envía a la Cámara de Diputados en septiembre; 2) después de negociaciones en las que influyen intereses de diverso tipo, los diputados recortan aquí, añaden allá y envían al Presidente un PEF modificado; 3) el Ejecutivo lo recibe, lo publica y durante el año fiscal (que en México coincide con el calendario) "reasigna" partes del presupuesto y recompone lo decidido por los diputados. El ciclo funciona porque todos los actores ganan algo.

Demuestro lo anterior con esas cifras que, lo siento pero es inevitable, añaden pesadez a la lectura. Los diputados modificaron el presupuesto del 2002 en un 3.73 por ciento pero, durante el ejercicio, el Ejecutivo lo reacomodó en un 1.91 por ciento. Con el PEF del 2003 se repitió la historia: la Cámara Baja lo cambió en un 1.62 por ciento pero el Ejecutivo luego redistribuyó 9.57 por ciento. Los cambios que generalmente hacen los diputados son para beneficiar el gasto social (educación, salud y carreteras). Las reducciones y aumentos hechos por el Ejecutivo tienen una lógica bastante opaca. Entre el 2001 y el 2003 Fox quitó dinero a la Sedesol, a Seguridad y Trabajo. En ese trienio Hacienda resultó sistemáticamente beneficiada. En el 2001 recibió 3 mil millones adicionales a lo inicialmente aprobado, en el 2002 fueron casi 48 mil millones -¡217 por ciento más del presupuesto votado por los diputados!- y en el 2003 16 mil 500 millones.

¿Qué sucedió con el PEF del 2005 para que el Presidente se lanzara con un mensaje...

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