Puritanismo aburrido en la Casa Blanca

AutorRafael Fernández de Castro*

Aparentemente los estilos personales de George W. Bush y Bill Clinton difícilmente podrían ser más distintos. Salió de la Casa Blanca un líder carismático, sofisticado, cínico y desordenado, y entró un nuevo inquilino sencillo, disciplinado y puritano. No obstante, ambos comparten una característica en común: son gregarios y extrovertidos. Sin duda, el poder transforma a los individuos.

Bill Clinton no tenía ni con mucho el roce internacional que logró en su segundo cuatrienio cuando llegó a la Casa Blanca. Era apenas un avispado ex Gobernador de Arkansas que privilegiaba la política interna en la que se sentía, ahí sí desde el principio, a sus anchas. El tiempo y la experiencia, así como un carisma e inteligencia innegables, lo hicieron una figura internacional que ahora se extraña. Hasta nuestros intelectuales nacionalistas parecen echarlo de menos.

El estilo de Bush está sorprendiendo a algunos observadores, sobre todo a los extranjeros, pero no así a sus seguidores. Quienes votaron por Bush no sólo deseaban llevar un conservador a la Casa Blanca, sino también poner un hasta aquí a lo que consideraban un serio abuso de su institución pública más importante, la Presidencia. Los excesos de Clinton y su evidente desdén por la moralidad cristiana y conservadora que predomina en el vecino país del norte han sido remplazados por el puritanismo de Bush.

Qué se le va a hacer. Será terriblemente más aburrida la corte republicana que acompañará a George y a Laura. Ya no habrán pachangas como...

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