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PUNTOS Y CONTRAPUNTOS / Los ciclos fatales

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Vincent
AutorPedro Mellado

Uno puede observar la angustia en el rostro de la gente, la frustración y la tristeza de quienes ven oscuro el porvenir porque la situación económica y política del País es cada día más delicada. Los pobres sufren todos los días para sobrevivir, mientras que la impudicia distingue a una cada vez más amplia cofradía de políticos y presuntos servidores públicos que despilfarran el dinero de los contribuyentes.

Viene a la memoria una sentencia de don Benito Pablo Juárez García, el Presidente que preservó y restauró la República a finales del Siglo 19: "No se puede gobernar a base de impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes. No se pueden improvisar fortunas, ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, disponiéndose a vivir, en la honrada medianía que proporciona la retribución que la ley les señala".

En contraste con la modesta y austera grandeza de Juárez, un número significativo de políticos de la actualidad ha convertido el dinero público -el que aportan los contribuyentes- en un apetitoso botín del cual se sirven para enriquecerse.

De las arcas públicas son sustraídos con total impudicia recursos que satisfacen los caprichos y las frivolidades de políticos fatuos, prepotentes, que alardean con singular arrogancia de la más supina ignorancia, bisoños, vulgares, insensible ante la necesidad ajena, sobre todo la de los más pobres, a quienes observan con desdén por encima del hombro.

Con dinero público se compran vehículos de lujo para funcionarios que nunca en su vida habían soñado con gozar de esos privilegios, a los cuales jamás podrían haber aspirado con el producto meritorio de su trabajo honrado y productivo; con dinero del pueblo se construyen faraónicas y lujosas residencias para unos cuantos privilegiados; con recursos del erario se pagan dispendiosas comidas, exóticas y refinadas viandas, así...

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