PULSO ECONÓMICO / ¿Qué tan vulnerable es América Latina?

AutorJonathan Heath

No hay duda de que la economía norteamericana ha perdido mucha fuerza. Sin embargo, no queda claro si la desaceleración califica ya como recesión o no. Aunque algunos dicen que la recesión empezó hace algunos meses, otros alegan que todavía no se cumplen los requisitos formales. Independientemente del momento de arranque, unos esperan una recesión muy prolongada y otros de muy corta duración. Inclusive, hay quien ya empezó a hablar de recuperación. Pero en esta discusión ¿cuál será el papel de América Latina?

En principio, una recesión norteamericana nos debe preocupar. En otras ocasiones ha provocado una desaceleración en la actividad económica mundial, con consecuencias negativas en la generación de empleo y el bienestar de la población. La última vez que Estados Unidos entró en recesión fue en 2001 y no hay duda de que hubo menos crecimiento en la mayoría de los demás países. Sin embargo, parece que esta vez puede ser diferente.

La primera diferencia radica en los términos de intercambio entre los países desarrollados y los mercados emergentes. En el pasado, los precios de los bienes y servicios que América Latina exportaba al mundo desarrollado eran mucho más bajos que los precios de los bienes y servicios que importaba. Ahora, los precios de los commodities, los alimentos y los energéticos han aumentado mucho, mientras que los precios de los bienes manufacturados han disminuido. Esto significa que muchos países han podido registrar superávit o por lo menos un déficit más bajo en su balanza comercial, lo que significa que disminuye la dependencia de los flujos de capital.

La segunda diferencia es que prácticamente todos los gobiernos han adoptado un régimen cambiario más flexible. Al perder el miedo a la flotación, las economías latinoamericanas han encontrado que tienen un pararrayos que puede absorber casi de inmediato el shock de un cambio repentino en los flujos comerciales y de capital. En muy buena medida, esto evita la acumulación de presiones que pueden desestabilizar gravemente la economía.

La tercera diferencia está en la fortaleza macroeconómica de los países latinoamericanos. La región como un todo tiene un superávit en la cuenta corriente y un déficit fiscal reducido, a diferencia de otras épocas en que la cuenta corriente era deficitaria y las finanzas públicas muy precarias. Las reservas internacionales están en máximos históricos y la inflación promedio es mucho más baja. Las relaciones de deuda externa de prácticamente...

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