A las puertas del infierno

AutorFernando del Collado

Tucson, Arizona.- Abel Meléndez todavía no termina por aclimatarse. Las imágenes de los cadáveres de los migrantes que ha encontrado en el desierto son bastante dantescas como para olvidarlas.

El paramédico lleva cuatro años adscrito a la Border Patrol de esta zona fronteriza y su récord alcanza los 34 cuerpos encontrados en el desierto.

"Es difícil olvidar el cuerpo de una mujer abrazada a los matorrales con la quijada incrustada en el cactus, en un último esfuerzo por arrancarle una mínima gota de agua a la planta. O la del cadáver de un joven con la cabeza sumergida en la tierra, como cavando para cubrirse del calor".

En esa especie de locura, los cuerpos son hallados completamente desnudos, al borde de reventarse las vísceras y en contorsiones reducidas a posiciones fetales o, por el contrario, extendidas, en extrañas posiciones que parecen danzas macabras ofrecidas al fuego, al sol o a no se sabe qué dios del humeante desierto.

"Dicen que antes de desfallecer por completo, las personas viven una especie de locura. Corren en un desenfrenado zigzagueo que termina en círculo, se van desprendiendo de toda su ropa hasta quedar completamente desnudos y supongo que se imaginan claros de agua cristalina, porque muchos son encontrados con la lengua lamiendo la tierra".

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El desierto es el desierto. Este es el "corredor de la muerte". Y en esta extensión -que es frontera entre el estado mexicano de Sonora y el estadounidense de Arizona, con una longitud lineal de 261 millas- el número de muertos es el indicio de una industria del tráfico de indocumentados que sigue dando buenos dividendos y dejando a los migrantes muertos en cifras menores.

En los últimos tres años, el promedio de muertes en esa parte del desierto de Arizona apenas han variado. En 2002, la Border Patrol contabilizó 134 muertes. En el 2003, registró 123, y en este año, la suma alcanza los 119 muertos. La reducción de cuatro muertos en relación al año pasado parece ofrecer un dato alentador al programa piloto de Repatriación Voluntaria, acordado por los gobiernos de México y Estados Unidos para la deportación vía aérea de los migrantes mexicanos detenidos en Arizona.

El vocero de la Border Patrol, Andy Adame, no acaba por levantar las campanas al vuelo sobre el éxito del programa, ya que advierte que "se someterá a evaluación para ver si continúa el próximo año". Sin embargo, es optimista pues en el periodo que duró el programa, en los meses de mayor calor en la zona, sólo se hallaron 40 cadáveres en el desierto, a diferencia de los 80 cuerpos que se encontraron el año pasado durante el mismo tiempo.

"Hemos reducido las muertes y ése es el mejor resultado que tenemos hasta ahora", señala Adame.

Con todo, las cuentas no son totalmen- te exitosas. En el periodo que duró el programa piloto, del 12 de julio al 30 de septiembre, la Border Patrol "invitó" a 30 mil 598 migrantes. Su oferta incluía regreso aéreo a las ciudades de México y Guadalajara, según el origen de los detenidos, además de un cantidad extra para el transporte terrestre hasta sus localidades de nacimiento.

Pero de sus "invitados", la autoridades policiacas estadounidenses repatriaron a 14 mil 58 migrantes. Los otros 16 mil 540 declinaron la oferta y prefirieron ser deportados en alguna de las ocho garitas de la línea fronteriza entre Sonora y Arizona. Empero, de los repatriados vía aérea, 951 migrantes intentaron cruzar la frontera y fueron nuevamente detenidos.

Y es que aquí, en este extenso e inabarcable valle inhóspito algo no parece estar funcionado: o se ha perdido la batalla contra el tráfico de indocumentados. O aquí, en menor o mayor medida, todos participan de una industria que anualmente genera altas ganancias.

Los propios datos de la Border Patrol son reveladores: por Arizona atraviesa uno de cada cinco migrantes que viajan a Estados Unidos. El registro diario, únicamente de detenidos al intentar pasar la frontera es de mil 100 indocumentados por día.

En lo que va de este año, la migración por Arizona se disparó. El pasado 30 de septiembre sumaban 482 mil 263 indocumentados, 60 por ciento más que el año pasado (346 mil 405). Y en promedio, por cada indocumentado que pasa la frontera, las bandas organizadas cobran mil dólares.

No en balde la industria del tráfico de personas mantiene activa la vida económica de, al menos, siete poblados cercanos a los cruces fronterizos.

Una amplia red de casas de hospedaje, fondas, venta de productos de viaje, establecimientos de telefonía y hasta bancos y sucursales de envío de dinero es parte de la escenográfica local. En las comunidades de...

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