La puerta falsa / La muerte en soledad

AutorGuadalupe Loaeza

Para Edith, mi única amiga húngara

El jueves se cumplieron 19 años de la muerte de un escritor muy misterioso, considerado el más importante de Hungría en el siglo 20 y un prosista que se ha convertido en un auténtico descubrimiento para los lectores hispanoamericanos. Se trata de Sándor Márai (1900-1989), autor de libros como Confesiones de un burgués, La herencia de Eszter, La mujer justa (mi libro de cabecera) ¡Tierra, tierra! y Divorcio en Buda. Mihály Szegedi-Maszák, uno de los máximos conocedores de su obra, ha escrito que la literatura húngara no posee ningún autor que escriba de forma más autobiográfica que Sándor Márai.

Sándor pertenecía a una familia de la burguesía centroeuropea culta y respetuosa de los valores tradicionales, que pronto sería aniquilada por el comunismo. Nació en una de las pocas casas de dos pisos que existían en la pequeña ciudad de Kassa (hoy Koice). En sus memorias, Confesiones de un burgués, habla de un noble pasado familiar de origen sajón. Pero su biógrafo Ernö Zeltner, en el libro Sándor Márai. Una vida en imágenes (Universitat de València, 2005), dice que esto era invención literaria.

No obstante la carencia de títulos nobiliarios, su familia vivía holgadamente; era la única que tenía calefacción, agua potable, luz eléctrica y baño. En este ambiente, protector y confortable, transcurrió su infancia, al lado de Géza y Gábor, sus hermanos menores. Esta placidez sólo se interrumpió cuando su pequeña hermana Kató murió al poco tiempo de haber nacido, cuando se le cayó de los brazos a su nana.

Dicen que Sándor era un niño mimado y voluntarioso, que a los 14 años se fugó de su casa, lo que ocasionó que sus padres decidieran cambiarlo a un internado en Budapest. Este colegio fue recordado por el novelista como un calabozo o una institución para cadetes. Un año más tarde, regresa a su anterior colegio, el cual resulta ser peor: en él, los profesores hostigan a los alumnos y los castigan por fumar o pasear con sombrero y bastón por los pasillos. Años más tarde, los profesores demandaron a Sándor por considerar que eran difamados en el libro Confesiones de un burgués y el autor fue obligado a pagar una multa y eliminar los pasajes en los que se refiere a ellos.

Esta denuncia fue al mismo tiempo su inicio como escritor. Desde entonces, Sándor decidió dedicarse a la literatura y se paseaba por los diarios húngaros. En una ocasión, el jefe de redacción del diario más prestigioso de Kassa le dijo que no había nota editorial para ese día. Sándor se sentó a escribir un...

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