Empresa/ Puerta de atrás

AutorAlberto Barranco Chavarría

La evidencia es simple: La nueva aerolínea operaría en las cuatro rutas tradicionales de la firma, a cuya quiebra fue asumida por una sindicatura del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos, Banobras, es decir, Tijuana, Guadalajara, Morelia y Zacatecas; volaría con los equipos que pertenecían a ésta; su personal de aire y tierra sería el mismo, al igual que sus hangares y mostradores en las terminales aéreas...

Más aún, los equipos de cómputo para reservaciones y el mobiliario de oficina conservan aún los números de inventario de la firma, cuya debacle se inició tras el desplome de una de sus naves, segundos después de despegar de una escala en Morelia, en un vuelo de Tijuana a la Metrópoli, en noviembre de 1999.

Y por si le faltara algún ingrediente al coctel, hete aquí que la contratación de los pilotos se realizó en un edificio propiedad del ex presidente de Taesa, Alberto Abed.

Como recordará usted, ante la evidencia pública de que la línea aérea volaba en condiciones precarias ante la pasividad de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, ésta decretó la suspensión de los vuelos mientras se delimitaban las responsabilidades.

Y aunque al final del día éstas se diluyeron en lo que se ubicó como una simple falla humana del piloto... quien no estaba ya en opción de defenderse, la inmovilidad fue tan prolongada, que Taesa no pudo ya continuar operando.

El 21 de febrero del año pasado, ante la presión de los acreedores, el Juez Tercero de lo Concursal, Justino Montes de Oca, decretó la quiebra.

Lo cierto es que la primera señal de debilidad financiera de la empresa, por más que una y otra vez acumuló formidables deudas por concepto de venta de combustible y renta de hangares con Aeropuertos y Servicios Auxiliares, quien una y otra vez también aceptaba ventajosas reestructuraciones o inauditas daciones en pago, fue el encarcelamiento de su presidente, acusado de defraudación fiscal.

Tan fácil que sería revisar las actas de las reuniones del Consejo de Administración de ASA en la época en que su director general era el actual director general de la Comisión Federal de Electricidad, es decir, Alfredo Elías Ayub.

Alberto Abed, como recordará usted, saltó de ser piloto personal de Carlos Hank González a la mayoría del capital de la empresa que fundara el hijo de éste, Carlos Hank Rhon, tras perder una licitación por Aeroméxico.

Lo curioso del caso es que Líneas Aéreas Azteca estaba exhibiendo las mismas prácticas depredatorias que en su...

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