Un pueblo que atrapa

AutorFernando Toledo

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¿Qué tiene este pequeño poblado que encanta y hace que las personas dejen todo y se vayan a vivir allí? Me lo pregunto porque conozco casos reales y cercanos de gente de varias partes del planeta que se ha dejado seducir por sus antiguos edificios de cantera, por el rumor de los pasos en el empedrado muy de madrugada, por su ambiente cosmopolita y por su catedral que semeja un curioso pastel rosa de 15 años.

Vayamos al primer ejemplo: Armando, escultor de Costa Rica, llegó a tomar cursos de arte, y en poco tiempo perdió la cabeza, dejó sus selvas y ríos, y se mudó aquí para integrarse a una creciente comunidad bohemia, talentosa y "diferente", con la que hace tertulias mientras se dedica al arte. A él, cuando voy, lo encuentro siempre en el jardín central, lleno de pájaros y antojitos.

Segundo: Alejandro Gómez Tagle, prometedor diseñador, cansado de las envidias y líos del mundo del glamour, se enamoró un fin de semana de este poblado y sus amaneceres... Hoy se le encuentra siempre en su boutique, llamada "Tutto Bianco", dedicada a surtir de albas prendas a extraños y visitantes en una de las principales avenidas de la ciudad.

Y es que San Miguel tiene algo especial, casi mágico. Desde su construcción típicamente colonial en pequeños cerros que le dan un aire de nacimiento, todo iluminado en la noche, sus parques (sobre todo El Chorro, lugar donde es posible, literalmente, chismear en unos lavaderos antiguos), sus serpenteantes calles, sus bares y discotecas para todo tipo de gustos con gente bonita (tanto mexicanos como de EU y Francia) y, sobre todo, por la oportunidad de tomar cursos que eleven el espíritu.

Si vas por primera vez, lo mejor es vagar, perderte un poco por sus callejuelas, llenas de tiendas y boutiques que ofrecen verdaderos tesoros en cestería, artesanías varias, joyería y muebles contemporáneos entre paredes artísticamente descarapeladas. Visita el Centro Cultural El Nigromante y el Instituto Allende, ahí se reúne la élite cultural y de donde no puedes irte sin tomar un sabroso capuchino en el patio del edificio.

También tienes que ir a desayunar al famosísimo y emblemático Mamma Mía, lugar donde se curan crudas y se alegran las mañanas con unos paquetes que incluyen los mejores chilaquiles de la ciudad, picositos pero sabrosos. Allí mismo se encuentran varios bares y...

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