Un 'pueblito' mixteco sobrevive en la Ciudad

AutorDaniel Santiago

La lengua mixteca, uno de los tesoros lingüísticos de México, se habla también en Nuevo León, aunque en medio de carencias y marginación.

De acuerdo con el censo del 2010 de INEGI, en la entidad hay 574 hablantes de mixteco que han llegado en busca del "sueño regio".

Entre ellos están los López, un grupo de familias emparentadas entre sí asentadas en el sector de La Esperanza, en Juárez, quienes dejaron San Andrés Montaña, Oaxaca, ante su débil economía.

A lo largo de una calle sin pavimento e invisible en el mapa, unas 20 personas entre adultos y niños de esta familia han levantado con sus propias manos pequeños cuartos de madera, lámina y cartón.

Entrar a ellos es ser testigo de la pobreza material extrema, pero al mismo tiempo de la melodiosa sonoridad de una forma de comunicación que constituye la cuarta comunidad lingüística indígena en México.

En Nuevo León es la quinta lengua más hablada, después del náhuatl, huasteco, otomí y zapoteco.

Pero la red familiar de los López carece de los servicios de agua, drenaje y electricidad.

Sobre sus pisos de tierra colocan los trozos de maderas y parrillas para preparar la comida. Está también un colchón que recibieron por caridad.

"Comemos lo que Dios nos permite cada día", dice Florencia López, quien junto con sus papás, sus hijos y las familias de sus hermanos integran este barrio migrante.

Ellos viven de su cultura.

Hace tres años estas familias comenzaron a llegar para vender sus bolsas, ornamentos, canastos y demás artesanías hechas de palma en los cruceros o recorriendo las calles de la metrópoli, casa por casa.

"Es muy difícil, porque no tenemos un lugar fijo para vender, cada vez que vamos a vender casa por casa no se vende", comenta Florencia, de 32 años y madre de dos chicos.

"Yo voy a vender y hay personas que son buena gente y me regalan frijol, arroz y tengo eso para la semana. O me dicen 'no te completo', si quieres te pago con arroz o frijol".

Con un ingreso de 150 pesos diarios, más de lo que lograban en su tierra natal, Florencia y su familia tienen que subsistir.

"Aunque a veces no los tenemos, lo conseguimos", dice Alfredo, su esposo. "Yo...

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