Proyecto Familia / Para ser un padre muy padre

Jorge Zuloaga

Hace poco tuve la oportunidad de estar en un hospital, de pie, frente a la vitrina de cunas en donde colocan a los recién nacidos. Mientras estuve allí, me tocó ver a dos jóvenes papás que llegaban para presentar a la familia a sus bebés. Ambos, como si se hubieran puesto de acuerdo, mostraban una gran sonrisa y lágrimas en los ojos.

Esa mezcla de lágrimas y risas describe maravillosamente la paternidad.

Ser papá es un privilegio, un regalo de Dios, que se alcanza a vislumbrar durante el embarazo de la esposa, pero que realmente se hace patente cuando uno recibe en sus brazos a la hija o hijo recién nacido.

La paternidad permite experimentar una enorme alegría, muy especial, única, que se manifiesta con sonrisas, y también, con lágrimas de emoción.

Sonrisas que se irán repitiendo al ver que los hijos se desarrollan y comienzan a cosechar sus propios logros. Lágrimas de emoción, que en algún momento se convertirán también en lágrimas de preocupación, de compasión, de dolor solidario o de impotencia ante situaciones difíciles.

Ser padre biológico es solamente un primer paso. La verdadera paternidad se construye día a día con presencia, disponibilidad, apoyo, comunicación, colaboración, guía y amor desinteresado.

Un verdadero padre es quien se hace presente en la vida de los hijos para ayudarlos a vivir su vida y, movido por amor, va adaptando su forma de actuar e influir en los hijos, de acuerdo con su edad y nivel de madurez.

En los primeros años, el enfoque es de protección, de guía muy cercana y...

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