Proyecto Familia / Copia y deshonestidad

AutorSamuel Rodríguez Hernández

Muy mal nos ha caído el hecho de que nos acusen de copiones. Pero hablando honestamente nos debiera parecer más desagradable aún que la reacción de las autoridades y los directivos de las instituciones haya sido tan tibia ante tan grave acusación.

Por una parte las autoridades educativas alegaron no tener conocimiento del hecho denunciado, a pesar de que en este mismo periódico se presentaron pruebas irrefutables de que sí existía dicha información. Por la otra, la mayoría de los dirigentes de organismos e instituciones dudaron de la veracidad de los datos emitidos por la SEP, a través de la Dirección General de Evaluación, tomaron demasiadas precauciones y evitaron señalar en forma directa que la copia existe y sugerir acciones concretas para corregirla.

El colmo fue que el presidente de la comisión de educación de la legislatura local atribuyó la aparición de esta información a la guerra sucia que se libra en el momento electoral que vivimos. O sea que además de copiones, somos encubridores y disimuladores. No somos capaces de reconocer que vivimos un serio problema que nos desacredita en el panorama educativo nacional, el mismo en el que años atrás nos ostentábamos como líderes.

Indiscutiblemente que el hecho de que nuestros niños y jóvenes copien está estrechamente relacionado con la deshonestidad, la complicidad y el encubrimiento que se practican en muchos hogares: está relacionado con el mal ejemplo que los padres damos a nuestros hijos.

Deshonestidad

En muchas familias se disfraza la deshonestidad. Debemos dejar en claro ante nuestros hijos que la deshonestidad tiene muchas caras. Tan deshonesto es el que toma dinero que no le pertenece, como el trabajador que llega tarde a su trabajo o dedica parte del horario de labores a arreglar asuntos personales o a comer fuera de los horarios destinados para ese fin.

Tan deshonesto es el padre que echa mentiras, como el que se niega a abrir la puerta al cobrador; el que le hace la tarea al hijo, como el que le justifica una falta de asistencia a la escuela bajo el pretexto de una supuesta enfermedad.

Es igual de deshonesto el que soborna a un agente de tránsito, como el que pasa la frontera con cosas prohibidas, escondidas en el automóvil. El que se lleva de la oficina un paquete de hojas o una caja de lápices, como el que falsea una declaración judicial o patrimonial.

Si nuestros hijos crecen en medio de actos cotidianos de deshonestidad, ¿por qué nos extrañamos de que copien, mientan o...

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