Sobreaviso/ Provocación en letra de molde

AutorRené Delgado

Cuando Ernesto Zedillo acabó con el dedazo, los gobernadores tricolores empezaron con los manazos... y, por lo visto, esos mandatarios presentan graves problemas psicomotrices.

Sólo así puede explicarse que con su nombre al calce de un desplegado contra el presidente de la República -como el publicado el miércoles pasado-, la mayoría de los gobernadores tricolores niegue haber firmado ese documento pero encubra al responsable de esa provocación. Por mucho que se quieran zafar, el encubrimiento

los complica.

Frente a provocaciones de esa envergadura, es menester fijar claramente la postura sin andarse por las ramas y exhibiendo a quienes se tomaron la licencia de usurpar las firmas para, con ellas, provocar al jefe del Ejecutivo. Ahora, el PRI ya tiene una nueva vergüenza que contar a sus herederos: dejar para la historia un documento con los nombres de dieciocho gobernadores, cuya mayoría niega haberlo suscrito. Una provocación en letra de molde, digna de enmarcarse en el museo de la subcultura política tricolor.

En todo caso, con o sin firmas, el desplegado revela el tamaño de la crisis en que se puede insertar la transición mexicana. Y exhibe, de nuevo -la primera vez, el protagonista fue Emilio Chuayffet cuando pretendió dar el golpe parlamentario de 1997- lo que, en la desesperación, algunos grupos priístas son capaces de hacer para resistir el cambio que los coloca en el cesto de la historia.

El espectáculo ofrecido esta semana por los gobernadores del partido tricolor es uno de los más elocuentes ejemplos de la incapacidad del PRI para hacer política e incluso para montar provocaciones.

Ese desplegado da la dimensión del enredo en que naufraga ese partido, advierte hasta dónde pueden llegar los priístas que personal o grupalmente sienten en riesgo su sobrevivencia, reitera que en la defensa de esos intereses personales o de grupo a esos priístas poco les importa arrastrar a su propio partido como al país en su conjunto. Con o sin firmas, pero sin esclarecer sobre quien o quienes recae la responsabilidad de esa provocación, el conjunto de gobernadores tricolores y la dirigencia del partido tricolor queda expuesto como una mafia política que amenaza la transición.

Si quince de los dieciocho gobernadores tricolores niegan haber firmado el desplegado sería menester que, en un acto político contundente, los no firmantes establecieran en conjunto una postura clara e inequívoca frente a la provocación. Pretender deslindarse vergonzosamente...

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