Protesta de furia

AutorAndrea Ahedo

Mientras ellas destruían a su paso todo lo que representará a la Policía de la Ciudad de México, las autoridades callaron.

Cientos de mujeres tomaron palos, botellas y tabiques para romper vidrios y usaron su voz en unísono para ahuyentar a hombres y bomberos que intentaron apagar sus incendios.

A su paso, desde la Glorieta de Insurgentes hacia el Ángel de la Independencia, irrumpieron en tres sitios: la estación del Metrobús, el estacionamiento de la Policía y en la Estación Policial Florencia.

Inicialmente hicieron de la Glorieta su plaza para leer consignas en contra del abuso policial, refiriéndose a dos casos recientes en perjuicio de menores de edad presuntamente violadas por uniformados.

Ahí comenzaron sus pintas y decidieron rodear la Glorieta mientras sostenían cartulinas con leyendas como "#NoMeCuidanMeViolan" y "Me quitaron todo y también el miedo".

Desde ese momento también se registraron agresiones en contra de reporteros, camarógrafos y transeúntes que buscaban documentar la marcha.

Las jóvenes les exigieron que salieran del flujo de marchistas rociándoles spray e, incluso, intentaron quitarles sus teléfonos celulares y equipo.

"Ellas están muy enojadas", fue la última frase que dijo Juan Manuel Jiménez antes de ser noqueado mientras transmitía en vivo.

Minutos más tarde, encapuchadas rompieron mosaicos en la estación del Metrobús y prendieron dos fogatas; una en la estación y otra sobre el carril, rociando extinguidores a los curiosos.

Ya con las instalaciones y el pavimento teñido de colores rosa, rojo y negro, con leyendas como "La Policía Viola", el contingente de mil voces caminó hacia Florencia.

A pocos pasos ingresaron...

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