'Protegió a los bebés'

AutorDalila Sarabia

Juanita Zacarías ha sido enfermera por más de 20 años.

A diario, se trasladaba de Tecámac, en el Estado de México, al Hospital Materno Infantil de Cuajimalpa para cubrir su turno de 21:00 a 8:00 horas.

Y aunque tuvo oportunidad de cambiarse a un nosocomio que le quedara más cerca de su casa, esta opción nunca fue considerada, porque consideraba que su equipo de trabajo era único.

Luego de la trágica explosión que cobró la vida de cinco personas -tres adultos y dos bebés-, Juanita es la única adulta que se reporta continúa grave.

"Unos dicen que salió caminando y otros que no, que la sacaron entre los escombros, pero a ciencia cierta uno no puede decir qué hizo o qué no hizo, lo que sí, sin lugar a dudas, es que (como todas las enfermeras) protegió a los niños y mis respetos", señaló Luis Ángel Reyes Cervantes, esposo de Juanita.

Aquella mañana del 29 de enero, Luis Ángel recibió la llamada de su hija mayor quien le informó del accidente.

"Yo pensé que era un accidente de la carretera y que los habían llevado al hospital, jamás pensé que fuera ahí, en el hospital, hasta que prendí la televisión", recordó.

Al minuto siguiente él ya estaba fuera de su casa, tenía que encontrar a Juanita, su esposa durante 36 años.

Pese a que la explosión fue a las 07:09 horas, fue hasta después de las 18:00 horas cuando tuvo certeza del paradero y condición de su esposa.

"La tuve que buscar con mis medios, en la mañana hablamos a Locatel y nos dijeron que nos comunicaremos en dos o tres horas, entonces sus compañeros (de trabajo) nos ayudaron a buscarla.

"Primero nos dijeron que estaba en el Enrique Cabrera y no, ahí no estaba. Nos mandaron al Rubén Leñero y que tampoco, y de ahí que nos dicen que estaba en el ABC de Santa Fe y que nos vamos corriendo, pero cuando llegamos ya no estaba... la habían trasladado en helicóptero aquí al Instituto Nacional de Rehabilitación", contó.

Desde ese momento, Juan Ángel no se ha movido ni un momento.

En las cercanías del Instituto encontró unos baños en los que se asea y se cambia.

En la sala de espera del Instituto, recargado en una barda, sentado en su vehículo, tomando refresco y comiendo galletas y pastelillos, Juan Ángel aguarda paciente cualquier noticia de su esposa.

"No me muevo, ni me moveré hasta que primero Dios pueda...

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