¿Son los pronosticadores económicos pensadores optimistas o cobardes?

Pero antes de que regrese a su plácido sueño, recuerde que los científicos pesimistas tienen un pésimo récord en cuanto a predecir recesiones. No sólo son sus herramientas de pronóstico torpes, sino que parecen llevar integrado un prejuicio en contra de pronunciar la tan temida palabra que empieza con R.

Considere el récord de los pronosticadores durante las últimas dos recesiones de Estados Unidos. A finales de 1981, cuando ahora sabemos que la economía ya estaba en recesión, el pronóstico promedio para un crecimiento del PIB en 1982 era mayor al 2 por ciento. Al final de cuentas, cayó en un 2 por ciento.

En agosto de 1990, en el mismo mes en que Estados Unidos se hundió en su siguiente recesión, el consenso en los pronósticos vaticinaba un crecimiento del 2 por ciento en 1991; el resultado en realidad fue una baja del 0.5 por ciento.

Por coincidencia, el pronóstico promedio para el crecimiento de este año se acerca nuevamente a un 2 por ciento. Pero, por supuesto, los tiempos son otros: Los pronosticadores no podrían equivocarse nuevamente. ¿Verdad?

Para ser justos, el pronóstico económico es aún más difícil que el pronóstico del clima. Al menos los meteorólogos saben si en este momento hace calor o está congelando. Los economistas, en contraste, deben pronosticar el pasado inmediato, que constantemente está siendo modificado.

No obstante, también hay factores mucho menos perdonables en juego, tales como el síndrome del "diles lo que quieren oír" o la cobarde tendencia de estar de acuerdo con la mayoría. Predecir una recesión nunca es popular, especialmente si usted trabaja en un banco de inversiones. Los economistas que no quieren poner en riesgo su carrera podrían preferir permanecer cerca del pronóstico de consenso. Mejor correr el riesgo de estar equivocado pero bien acompañado, razonan, que estar en lo correcto y ser marginado.

Durante mucho tiempo han existido sospechas sobre la objetividad de las investigaciones realizadas por analistas de bancos de inversiones, quienes, a pesar de que el techo se esté cayendo, le aconsejan a sus clientes que "compren", "retengan" o "acumulen" (aparentemente distinto a "comprar" o "retener") en lugar de vender. Coincidentemente, esos bancos obtienen jugosas cuotas por las emisiones o tratos de fusiones de las compañías que analizan.

Los bancos de inversiones, que han obtenido miles de millones en auges económicos, también guardan un...

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