Prólogo

AutorZamorano García, Enrique
Páginas13-16
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Prólogo
PRÓLOGO
El hombre es un ser en el que se manif‌iesta, en forma inherente, el problema
de la ética por dos razones constitutivas:
La primera, en su carácter de “ser con”; es decir, de vivir y desarrollarse,
necesariamente, en el seno de un núcleo social, al margen del cual no podría
existir. La segunda es el atributo de su libertad que, por más acotada que
pudiera encontrarse en ciertas fases de su desarrollo, prevalecerá siempre
en lo esencial y le brindará el margen de decisión necesario para encauzar
y dar sentido a sus acciones; en otras palabras, para optar por uno u otro
comportamiento dentro del grupo social en el que se desenvuelve y, en
algunos casos excepcionales, para trascenderlo.
La ética constituye, así, una función primaria, conf‌iguradora de la especie
hombre. No se trata en forma alguna, como pudiera pensarse a primera vista,
de la actitud que un hombre ya formado, un profesional en nuestro caso,
haya de asumir al emprender su actividad en la empresa, en la f‌irma, en la
universidad o en el ámbito social en el que se desempeña la ética; es anterior
a todo ello, es conformadora, estructural, no un ulterior “modo de ser”. De
ahí su importancia capital en el núcleo de la vida humana, y en sus relaciones.
Este es el tema del más reciente libro que hoy presenta nuestro distinguido
amigo, Enrique Zamorano García. Enrique medita en su obra, fundamenta
y señala directrices sobre los conceptos y principios fundamentales de la
ética, sobre la formación del profesionista, cómo se manif‌iesta en las f‌irmas
profesionales y, f‌inalmente, sobre su proyección social y humana.
Esta meditación es de un carácter singular, no se limita a lo enunciativo
o a lo descriptivo, ahonda en los valores humanos en que se sustancia la
ética, los más preciados que caracterizan al hombre en cuanto hombre y en
cuanto a su “ser con” dentro del ámbito en que actúa, cualquiera que éste
sea: verdad, independencia de criterio, dignidad humana, responsabilidad,
capacidad, honestidad, justicia. A ésta la llama, con plena razón, el valor ético
por excelencia. Y es así corno, después de ref‌lexionar profundamente sobre
los valores de la esencia humana, los proyecta hacia “la conquista incesante
del verdadero bien moral”, proclamándolos como “los valores básicos de
una profesión, constitutivos de su fundamento, sólidos, su propósito básico
y su razón de existir”.
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