...Y una profunda huella

Con la muerte de Alberto Santos de Hoyos, México y Nuevo León no sólo pierden a un destacado empresario y un generoso filántropo, también a un político congruente y de convicciones firmes que, siendo priista, nadó a contracorriente en su partido cuando tuvo que hacerlo.

La opinión de ex Gobernadores, legisladores, funcionarios estatales, hombres de empresa, dirigentes partidistas, e incluso líderes de extracción panista, es unánime sobre lo valioso de su legado.

"Un día, en una elección, el Congreso, dominado por los priistas, votó en contra mía", explicó José Luis Coindreau, panista y ex Secretario General de Gobierno, "y él levantó la mano a favor mío".

"Era de ese tipo de convicciones: 'así pienso, ésta es la verdad, y lo digo donde tenga que decirlo', así era él siempre".

Nacido el 13 de septiembre de 1941, Santos desarrolló una prolífica trayectoria que lo mismo incluyó la presidencia de Gamesa y Grupo Santos, que la presidencia del Club de futbol Monterrey y el liderazgo del comité de construcción de la Línea 1 del Metro, eso sin contar su apoyo a numerosas causas sociales y asociaciones benéficas.

Ayer, de manera sorpresiva, perdió la vida en su casa, víctima de un padecimiento cardiaco.

Como parte de su carrera política fundó en 1982 la Liga de Empresarios Nacionalistas, desde donde abrió brecha para que los emprendedores pudieran tener representación en el Poder Legislativo Federal, desempeñándose él mismo como Legislador de 1982 a 1985.

Nueve años más tarde, en 1994, se convirtió en Senador junto con su compañero de fórmula, Eloy Cantú Segovia.

"Me siento muy triste porque se nos adelanta un amigo que yo aprendí a querer y admirar a lo largo de los años que convivimos", dijo al salir de las Capillas Valle de la Paz, en San Pedro, donde fueron velados los restos del empresario.

Santos, licenciado en Administración de Empresas por el Tec de Monterrey y con posgrado en la Universidad de Georgetown, se distinguió a lo largo de su carrera por expresar sus ideas aunque no fueran políticamente correctas.

En...

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