El problema del dinero

AutorEduardo R. Huchim

Eduardo R. Huchim

Periodista y ex consejero electoral del Distrito Federal.

La presencia del dinero en la política, en particular en las campañas electorales, es uno de los más importantes problemas de las democracias modernas. Como ha escrito Daniel Zovatto, la historia y la experiencia comparada demuestran que la relación entre dinero y política ha sido, es y seguirá siendo compleja, además de ser también "una cuestión clave para la calidad y el buen funcionamiento de la democracia... De ahí la importancia de que sea el sistema democrático el que controle al dinero y no a la inversa" (Regulación jurídica de los partidos políticos en América Latina, UNAM-IDEA, 2006).

El origen del dinero en política, sus montos, su aplicación y su fiscalización constituyen en México una asignatura pendiente, ante la cual han fracasado -con escasas excepciones- las autoridades electorales tanto en el ámbito federal como en el estatal. A pesar de la amplia legislación sobre la materia, el descontrol cabalga a galope tendido bajo la bandera de la impunidad, propiciada de una parte por normas deficientes, ineficaces o insuficientes y, de otra, por la lenidad y parcialidad de sus aplicadores y también por la ineficiencia de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales.

Buscar dinero donde lo haya

Nuestra Constitución Política dispone que el financiamiento público a los partidos prevalezca sobre el privado, pero difícilmente habrá quien dude que este principio constitucional es violado casi siempre por los contendientes a puestos públicos.

Hoy son crecientes los costos de las campañas y la presencia del dinero en ellas es excesiva -como se evidenció en la elección presidencial de 2012-, pero no sólo se manifiesta en propaganda legal e ilegal (en ésta destaca el pago por cobertura informativa en televisión), sino se extiende a la compra directa o indirecta de votos. Hay también una obsesión por los actos masivos cuyo costo debería limitarse al templete y al equipo de sonido, pero hoy se multiplica por la torta y el refresco, el reparto de gorras y playeras, la distribución de banderines y otros "utilitarios", la renta de autobuses para el traslado de los asistentes y la frecuente presencia de cantantes y conjuntos musicales. Incluido todo lo anterior, un mitin con varios miles de asistentes puede costar más de un millón de pesos.

Con esos costos, partidos y candidatos hallan insuficiente el financiamiento público que les corresponde y buscan...

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