Probar las alas

AutorDiana Lucía Álvarez

Hace tres años, nuestra hija pequeña nos dijo que necesitaba tener experiencia como actriz de teatro para ser directora de cine.

"¿Cómo les voy a explicar a los actores, si no he estado en el escenario?", nos decía. "En el teatro se aprenden muchas cosas: lo de la música, el escenario, los vestuarios". Por ello, se inscribió en el taller de teatro de su escuela, donde ha participado en el montaje de tres obras.

El año pasado nos pidió asistir a una audición profesional. Su padre y yo nos miramos sin saber qué decir. Decidimos que le daríamos la oportunidad de vivir esa experiencia. Asistió y no fue seleccionada. Estuvo triste, pero lo asumió.

Hace poco recibió una invitación para otra obra profesional. Nos pidió permiso, audicionó y ¡se quedó con el papel!

Reconozco que, aunque me dio gusto porque significaba un reconocimiento a la dedicación que ha puesto, me preocupó por el tiempo que debe invertir. Nunca me imaginé una situación así con mi pequeña de 10 años.

La decisión ha sido difícil. Sabemos que le gusta y es responsable, tiene habilidades. Pero nos preocupa la energía que demanda una puesta en escena.

Al final le dimos permiso para que viera lo que implica estar atada a tiempos y ensayos. Si empezaba no podría faltar ni poner excusas ni quejarse del cansancio. Luego de esa advertencia creímos que lo pensaría un poco, pero el brillo en sus ojos nos desmintió: "Verán que puedo hacerlo".

En la obra interpreta a un pequeño pez, amigo de una sirena. Luego de algunas semanas de ensayos, hace unos días se estrenó la obra. Nuestra hija participó en dos funciones el domingo por la mañana. Al terminar estaba muy cansada, pero satisfecha. Lo hizo bien, se divirtió. Actúo, cantó y bailó al lado de excelentes artistas.

Ha sido curiosa la reacción de personas cercanas: la mayoría se han alegrado porque saben lo que significa para nuestra hija; otros se han mostrado preocupados porque consideran que los niños deben dedicarse a estudiar; algunos más nos han dicho que estamos locos porque...

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