Niños en prisión

AutorMaría Luisa Pérez

EL NORTE / méxico

La socióloga Ruth Betancourt Vargas asegura que las mujeres que deciden tener a sus menores en prisión viven atormentadas con la culpa de no cumplir cabalmente con su función de madres.

Emma Mendoza, quien fuera directora del penal de Tepepan de 1985 a 1987, opina que de acuerdo a su experiencia, los menores tienen mejores condiciones de vida adentro del penal que con familiares que no tienen interés alguno por ellos.

"En el reclusorio tienen mejor alimentación que escarbando basureros. Ahí se les vigilaba y se les prestaba atención porque, a veces, cuando son recogidos por familiares, terminan siendo utilizados como 'mozos' o 'criaditas'.

"Los niños sin contacto con la madre se quedan con 'hambre de piel' y afuera podrían estar bien atendidos, limpios, pero sin el amor de su madre que es muy importante", opina Mendoza.

Sin embargo, señala que durante su administración se encontraron signos de que los niños limitaban todo su mundo a la cárcel.

"En una ocasión Laura, la educadora del Centro de Desarrollo Infantil, me enseñó los dibujos de los niños; todos tenían rejas, porque ese era su mundo.

"Así que organizamos con todo el personal un día de campo mensual, porque había niños que ni los camiones conocían", recuerda Mendoza.

Tan pronto ingresa una mujer a prisión es atacada por una lluvia de recriminaciones y actitudes de vergüenza por parte de sus familiares, quienes procuran no visitarlas.

En cambio, los hombres reclusos son vistos como unas víctimas de las autoridades, a quienes hay que llevar algo de dinero para que no se la pasen tan mal adentro, y visitarlo frecuentemente llevándole sus alimentos preferidos en señal de cariño.

"La familia es la primera en abandonar a las internas, y las oculta.

"Ellos son los primeros en reavivar la culpa de las madres que tienen a sus hijos viviendo con ellas en la cárcel, y las cuestionan: '¿cuándo cumple tu hijo su sentencia?'" relató una fuente del penal de Tepepan.

Angustia e Impotencia

Dentro de las cárceles, las madres viven impotencia y angustia por no poderles dar una mejor vida a sus menores y tratan de evitarles el dolor, incluso ocultándoles que se encuentran en una prisión.

El Artículo 98 del Reglamento de Reclusorios del DF señala que los menores de 6 años tienen permiso de vivir con sus madres en la cárcel y que recibirán atención pediátrica, educación preescolar y primaria, pero que después deberán dejar el penal.

En el estudio realizado por Betancourt Vargas...

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