'Mi primo López nos puso alberca'

AutorJorge Ricardo

VILLAHERMOSA.- En noviembre de 2007, Andrés Manuel López Obrador era "presidente legítimo de México" cuando denunció ante la PGR a Felipe Calderón, el mandatario de a deveras, y a Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y Vicente Fox por el mal manejo del sistema hidroeléctrico del Grijalva, que provocó la peor inundación en Tabasco.

Incluyó al entonces Gobernador Andrés Granier como cómplice por no haber advertido sobre el riesgo del manejo de la presa Peñitas. "Se actúo de forma negligente y criminal", resumió el senador Ricardo Monreal, quien lo acompañó a presentar la denuncia.

Pero la historia da muchas vueltas, como ahora que López Obrador es Presidente de a de veras. Monreal es senador de nueva cuenta. Y el actual Gobernador es su primo hermano, Adán Augusto López, quien en la nueva inundación, con 200 mil afectados, ha denunciado una "negligencia criminal". No de su familiar, sino del director de la CFE, Manuel Bartlett, protegido por el Presidente. Un enredo, que al mecánico Llaudiel López López no le interesa ahora que navega sobre la laguna de aguas negras en que se ha convertido su colonia, Gaviotas Sur.

Flota en el aire el olor a podrido. Hay animales muertos en el agua, devorados por gusanos. Pasa la gente caminando con el agua hasta la cintura. Unos se hundieron desde el pasado 3 de octubre, otros hace una semana y casi nadie ha recibido ayuda.

"Mi primo López Obrador es tan bondadoso, que nos puso una alberca", dice Llaudiel López López, de 51 años, en una muestra de su humor negro. Otra muestra es cuando baja con su amigo Rigoberto Arévalo, ayudante de albañil, de un tercer piso donde encontró refugio. De los ocho botellones que van en la balsa, seis son para que la canoa flote y los otros para rellenarlos de agua. "Vamos a ver si hallamos agua. La única agua que nos ha dado el Gobierno es esta agua", dice Llaudiel y señala el fango que inunda su taller mecánico, donde un vocho se ve hundido hasta el cofre.

Son las 8:30 horas. Llaudiel y Rigoberto inician su odisea del agua. Conseguirla para ellos, la esposa de Roberto, sus dos hijas, un mendigo en muletas a quien le dieron refugio y dos perros.

Avanzan sobre la calle de Monal Segunda, llegan a la Avenida Calderón Marchena, donde una mujer está llorando porque en la azotea su padre se puso mal del corazón. "Siempre se desmaya", dice un niño con los pies metidos en el agua. Por suerte pasa un camión del Ejército. El único que se ha visto esta mañana. Los soldados le piden a la mujer...

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