La primera Lolita

AutorAriel Magnus

Lolita. Lo-li-ta. Antes de Nabokov, un nombre común. Después de su novela, un concepto. Ningún personaje femenino del siglo pasado, y la nómina incluye a Madame Bovary, ha dejado su huella con tal fuerza como la ninfeta que volvió loco a Humbert Humbert, entre otros. "¿Tuvo una precursora?", se pregunta el seducido profesor al principio de la novela. "Sí, por cierto que la tuvo", es su respuesta. El desgraciado se refiere a Annabel, una niña que conoció junto al mar. Fue en 1923 y sin ella, dice el libro, no habría habido Lolita. Pero aún antes que Annabel, en 1916, ya había visto la luz del mundo otra Lolita. También de tinta, pero mucho más inquietante y real. Una velada precursora que acaso sedujo al profesor Nabokov.

El Cuerpo del Delito

El año 1916 no era buen tiempo para publicar. Europa (el mundo) tenía preocupaciones más perentorias. No es extraño, en ese contexto, que el cuento "Lolita", escondido dentro del volumen La maldita Gioconda, pasara desapercibido. La carrera posterior de su autor, el periodista berlinés Heinz von Eschwege (bajo el seudónimo Von Lichberg), tampoco ayudó demasiado. En 1929, cubrió un viaje trasatlántico en zepelín, de lo que surgió su único libro no olvidado. Escribió un par de obras más y ganó cierta fama como redactor en diversas publicaciones. Luego entró al partido. En 1933, relató para todo el país la asunción al poder de Adolf Hitler, más tarde pasó a trabajar en el servicio secreto de los nazis y fue trasladado a Polonia con el grado de teniente coronel. Después de la guerra cayó prisionero de los ingleses, quienes lo desnazificaron. Murió en 1951, a los 61 años.

Más de medio siglo después, un tal Rainer Schelling descubrió el cuento del ahora ignoto Heinz von Lichberg. Tiene que haber sido un momento sumamente curioso. No sólo por el título, que ya vale un par de ojos saltones a lo dibujito animado, sino también por su contenido: un hombre maduro y culto es seducido por una niña, y cede. Probablemente superado por la situación, Schelling le pasó esas páginas ardientes al germanista Michael Maar, colaborador del Frankfurter Allgemeine Zeitung y conocido entre otras cosas por su libro Por qué a Nabokov le hubiera gustado Harry Potter. Tras una meticulosa compulsa de ambas producciones, Maar dio a conocer el fenomenal hallazgo.

Como en la otra Lolita, constata Maar, en la de Von Lichberg también se trata de un narrador en primera persona que se establece en un lugar alejado (España, en este caso) para...

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