Preso del boxeo

AutorDiego Martínez

Se le sentenció a cadena perpetua por homicidio en contra de su manager, José Ramírez, ocurrido en 1979. Estudió leyes en el interior de un penal de máxima seguridad para librar la condena, mientras que el ex estrella de las Grandes Ligas, Paul Molitor, depositó una fianza de un millón de dólares para que obtuviera su libertad condicional. Ahora, Joey Torres por fin podrá cumplir su sueño: debutar en el profesionalismo a los 41 años de edad.

Pero no todo es color de rosa. El pugilista Joey Torres, quien fuera monarca amateur por los Estados Unidos en peso Ligero en 1976 y de peso Welter en 1977, tendrá que regresar a la Corte en agosto próximo, donde si se le encuentra culpable podría enfrentar la pena de muerte.

"Fui campeón y tenía un récord de 103 (peleas) ganadas 2 perdidas, con 76 nocauts", comenta Joey, quien debutará el 27 de abril en Anaheim, California en combate pactado en peso Semicompleto.

Fueron 23 años y 8 meses de estar tras las rejas y actualmente, Torres, quien se encuentra en libertad bajo fianza, dice no haber cometido tal homicidio.

El 18 de junio de 1979 comenzó la pesadilla.

Bajo los efectos de la cocaína, Joey fue a la oficina de su manager para reclamarle una supuesta estafa en el pago de algunas peleas.

Los gritos e insultos abrieron la discusión y entonces Ramírez sacó una pistola. De inmediato éste le apuntó a Joey y ambos forcejearon, pero de pronto se escuchó un disparo. La bala se había incrustado en la clavícula de Ramírez.

Torres llamó a la policía, pero no podía quedarse ahí, pues nadie le creería que había sido en defensa propia. Era alguien reconocido por la Policía de California, pues pertenecía a una pandilla de cuidado.

El balazo no había encontrado en su camino un órgano vital, pero Ramírez no aguantó.

"Vivía en el barrio de la Calle 18, un gran barrio de Los Angeles, el de los 100 batos, se manejaban drogas", expresó Joey, quien ahora tiene una vida distinta, al gozar de viajes en limusina o vestir trajes de reconocidos diseñadores.

La investigación se abrió y una persona le comunicó a la Policía que Torres había admitido el crimen.

Torres, de madre siciliana y padre puertorriqueño, fue arrestado y aceptó una propuesta de arreglo con las autoridades, donde se le pedía declararse culpable para quedar bajo la custodia de la Autoridad Juvenil de California.

Pero todo era un engaño, pues le hicieron creer que permanecería encarcelado sólo unos meses.

La ley de California estipulaba que quien estuviera...

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