Presidente guadalupano

AutorJosé Manuel Villalpando

Los mexicanos de entonces creían firmemente que a la Virgen de Guadalupe le debían la Independencia. Ese sentir popular era compartido por los Diputados y Senadores, a grado tal que el Congreso decidió colocar, en la pared principal de la sala de sesiones del local destinado al Poder Legislativo, una imagen Guadalupana, pues en María Santísima de Guadalupe "tiene vinculada nuestra nación la segura esperanza de su engrandecimiento y prosperidad y bajo su augusto nombre se pronunció y llevó a cabo la gloriosa obra de nuestra independencia". Esto ocurría en el año de 1822.

Los representantes populares solemnizaron la develación de la pintura y propusieron que "la guardia del Congreso hiciese a la referida imagen honores de capitán general" y luego fueron invitados todos "a hacer un acto de adoración hincando las rodillas ante la imagen", y acordaron decretar que era "el 12 de diciembre, el más grande día para esta América por la maravillosa aparición de María de Guadalupe". A Ella le correspondió presidir los debates del Congreso y bajo su mirada se dictaron nuestras primeras leyes.

La Virgen de Guadalupe fue una destacada protagonista de la epopeya de nuestra Independencia. Fue en realidad una Virgen insurgente. Desde el primer momento, el 16 de septiembre de 1810, Hidalgo la invocó al tomarla como estandarte: "Hemos levantado la bandera de la salvación de la patria, poniendo en ella a nuestra universal patrona, la siempre Virgen María de Guadalupe. Ella nos ha de sostener y ayudar en este gran proyecto, dará fuerza a los débiles, esperanza a los tímidos y valor a los pusilánimes". Los hombres que seguían a Hidalgo también estaban convencidos: "tenemos a nuestra Señora de Guadalupe, que nos ampare", o bien, "confiemos en la declarada protección de Nuestra Madre Santísima de Guadalupe, que si no hubiera sido para favorecernos, se hubiera aparecido en otra parte". Nadie se atrevía a cuestionar un argumento tan poderoso.

Morelos estaba seguro de que "Nuestra Señora de Guadalupe, que es tan milagrosa, está en nuestra ayuda", y cuando lo felicitaban por algún éxito militar, con humildad contestaba: "la acción no se debe a mí, sino a la Emperadora Guadalupana, como todas las demás". En una de sus proclamas, Morelos afirmó que la nación tenía confianza "en el poder de Dios e intercesión de su Santísima Madre, que en su portentosa imagen de Guadalupe, que aparecida para nuestro consuelo y defensa, visiblemente nos protege".

Bajo el influjo de la fe...

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