Presentan el genio de Lempicka

AutorÁngel S. Harguindey

Londres dedica una retrospectiva a una de las pintoras más brillantes de la primera mitad del siglo 20: Tamara de Lempicka.

La Royal Academy of Arts exhibe más de 50 cuadros de su época más valorada, la que transcurre desde los inicios de los años 20 hasta los primeros 40, una etapa íntimamente vinculada al Art Déco, el estilo del que la artista es una referencia obligada.

Fue una de las mujeres más bellas y de vida más intensa de los "locos años 20". Dominó la noche del París más enloquecido y vanguardista, consiguió fama y dinero con sus cuadros, y fue respetada por la alta sociedad europea y estadounidense.

Lempicka pertenece a esa selecta tribu de creadores cuya historia resulta tan fascinante como su obra y en la que, presumiblemente, no sería comprensible la una sin la otra.

De su vida se sabe que nació entre 1895 y 1900, y que pudo haberlo hecho en Varsovia o, más probablemente, en Moscú, imprecisiones todas ellas achacables a su inmoderada coquetería y al amor que sentía por el primero de sus maridos, el polaco, aristócrata, bello e inútil Tadeusz Lempicka.

A Tadeusz lo conoció en uno de los bailes de disfraces de la aristocracia de San Petersburgo y con el que tuvo a su única hija, Kizette, en 1916, por más que la dama afirmara posteriormente que había nacido en París en 1918, hasta que superada la pubertad decidiera presentarla, por la omnipresente vanidad, como su hermana pequeña.

Lo cierto es que a Tadeusz y a Tamara la revolución bolchevique de 1917 (los 10 días que estremecieron al mundo) les tomó totalmente desprevenidos.

Ella pudo escapar a tiempo y él fue detenido por su vinculación con los rusos blancos. El amor de Tamara y, al parecer, algún favor sexual a quien tenía capacidad para lograr la liberación y el posterior exilio de Tadeusz, les permitió llegar a París sanos y salvos y, naturalmente, sin dinero.

El París aquel de 1918 en plena ebullición creativa, acogía indistintamente a nobles rusos reconvertidos en taxistas o a pintores (Picasso, Braque, Gris) que habían roto ya los moldes de lo establecido.

Clásicos y modernos

Los Lempicka malvivieron los primeros años de su amargo exilio. Tadeusz, por supuesto, se negó sistemáticamente a esa ordinariez social que es trabajar para sobrevivir.

Fue la hermana de Tamara la que le animó a desarrollar su juvenil afición y disposición para la pintura, pues, influida por su abuela, había gozado con la contemplación de los grandes pintores del Renacimiento en sus periódicos viajes...

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